Ex.

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Habían asistido aquella noche a una reunión de preparatoria; después de tantos años, varios ex compañeros habían decidido que era buena idea planear algo para volver a reencontrarse y revivir los viejos tiempos. Claramente había aceptado tan pronto como la invitación había llegado,  y aunque tu novio no formaba parte del mismo grupo que el tuyo, sabías que conocía a un par de compañeros por actividades y demás.

El ambiente era tranquilo mientras hablabas con tu grupo de amigos de aquellos tiempos, y a lo lejos pudiste ver como tu novio hablaba con otro par de compañeros con los que ya había tratado. Todo iba bien, estaban pasando un rato agradable y no dudabas en que hahbías extrañado poder ver un par de rostros conocidos con los que habías perdido contacto con el paso del tiempo.

Tu novio por otra parte, mientras sostenía el vaso con refresco en una mano porque se negaba a beber ya que debía de conducir, al principio había disfrutado de reconocer algunos rostros y presentarse ante tu círculo de amigos, pero ahora estaba a nada de irse de ahí.

Teniendo la fortuna de encontrarse con tu ex pareja de preparatoria, lo único que quería hacer era borrarle aquella sonrisa burlona en su rostro. En todo el rato en el que había llegado se dedicó a lanzar comentarios tan fuera de lugar sobre tu persona y su relación de hace años que él ya no parecía estar tolerándolo. ¿Por qué hacerlo? El tipo era repugante y egocéntrico en todo su esplendor, pero estabas pasando un buen rato y no quería marchitarlo.

Pero también su paciencia estaba siendo colmada, no creía poder soportar por más tiempo estar a su lado sin dar su brazo a torcer, siendo exactamente lo que él quería provocar.

—No te sientes un poco intimidado, ¿Verdad?—Lanzó la pregunta de forma repentina, sin entenderlo al principio.

—¿Perdón?

—Ya sabes a lo que me refiero, yo sé cosas de ella que a lo mejor tú no sabes, es comprensible que te sintieras de esa manera.—Sonrió mientras se cruzaba de brazos, captando la atención de todos los que estaban en el círculo de conversación.

—No sé a que te refieres, pero estoy seguro que no me intimidas en absoluto.—Contestó con simpleza, dando un trago a su bebida para mantenerse cuerdo.

—¿Seguro? Porque tuvimos una relación muy larga, fui su época dorada de la preparatoria. ¿Cuánto tiempo tienen saliendo? ¿Uno, dos o tres meses? No se compara con lo nuestro.

—Tenemos cuatro años de relación, y hasta dónde yo sé, eso equivale a más tiempo de lo que tú presumes.—Sonrió, mas aquel brillo no llegó a sus ojos.

—De todas formas no creo que haya cambiado, las personas no cambian como tal.—Se encogió de hombros, mostrando una postura desinteresada.

—¿Con qué afán dices todo esto?—Cuestionó, cansándose de la situación.

—De protegerte, hermano. ¿Te ves el resto de tu vida así? Puedes fácilmente tener mejores gustos, puedes tenerlo todo y no solo aferrarte a una persona, lo sabes ¿No? Debes de aspirar a más, piensa en tu futuro para que luego no te arrepientas en que lo desperdiciaste con una sola persona.

Los demás hombres quedaron en silencio por sus palabras; no era de extrañar, todos los presentes se encontraban felizmente unidos y con una estabilidad que no envidiaban a ninguno. No pensaban en otra cosa que no fuera en su vida, estaban bien con ello y escuchar esa clase de comentarios parecía no solo ofender a una persona, sino a todos aquellos que están unidos.

Cansado de la situación, dejó el vaso sobre la mesita que se encontraban todos recargados y se detuvo frente a él, bajando el nivel de su voz para que solo pudieran presenciar sus palabras entre sus cuerpos.

—No creas que no sé tus verdaderas intenciones, pero adivina qué, no pienso ceder a tu juego. Es mejor que mantengas la boca cerrada o me encargaré personalmente de que no vuelvas a faltarle el respeto de ninguna manera; aprende a superar o ve con ayuda profesional, pero no sigas regocijándote como si fueras el mejor cuando solo demuestras la falta de atención que posees. Si eres inteligente, seguirás mi consejo, si eres un inútil, sabrás lo que te espera.—Sin esperar una respuesta, miró a su alrededor y dió un asentimiento en forma de despedida que fue bien aceptada y devuelta, por lo que se retomó su camino hacía donde te encontrabas.

No le gustaba tener que llegar de esa manera, no cuando parecían disfrutar de charlar de forma tan animada por los gestos que hacían. Sin querer asustarte, reposó la palma de su mano en la parte baja de tu espalda y acercó con sigilo su cuerpo contra el tuyo, reposando sus labios a la altura de tu oreja.

—¿Podemos irnos?—Preguntó en tono bajo, en un simple susurro que erizó tu piel.

—¿Qué pasa?—Cuestionaste, sorprendiéndote ante la cercanía.

—Estoy cansado, quisiera irme. Si quieres puedes quedarte y puedo pasar a recogerte más al rato.—Sugirió, tratando de que no te preocuparas.

—Por supuesto que no, está retirado de aquí a donde vivimos, solo será un gasto innecesario.—Te giraste para afrontarlo, acunando su rostro.—Nos iremos ahora, pero siento que algo te está incomodando, ¿Pasó algo?

Negó con una sonrisa para restarle importancia, aunque no le creías suspiraste y diste por finalizada tu participación en aquella reunión. Consiguieron despedirse sin tanta distracción y prometiendo que asistirían de nueva manera en la siguiente reunión, e inclusive tu novio ofreció que fuera en la casa de compartían. Todos estuvieron de acuerdo y que podían ponerse de acuerdo próximamente; salieron de ahí con una sonrisa y subieron al auto en completo silencio, conduciedo lejos de ahí.

—¿Vas a decirme cuál fue la verdadera razón del porqué quisiste irte?—Recargaste tu cabeza contra el asiento, volteando tu rostro para verlo.

—Es un tanto rídiculo.—Confesó, mordiéndose el labio.

—Vamos, dímelo.

—Tu ex novio estaba ahí.

—Te dije que estaría ahí, no quería que tuvieras un mal momento.

—No me refiero a que fue, sino que estaba en el grupo que estábamos afuera. Desde que llegó inició con comentarios tan desagradable que los últimos ya no los aguanté, quería ignorarlos pero fue imposible porque estaba a lado mío lanzando comentarios tras comentario... Perdón, sé que solamente debí de ignorarlo pero es difícil si en todo se refería a ti, no quería también causar una mala impresión y sobreactuar la situación.

Comprendiste sus palabras y alzaste tu mano hasta su rostro, acariciando su mejilla.—No tienes porqué disculparte, sé lo desagradable que puede ser porque mis propios amigos me lo han dicho. Me gustaría ya no estar relacionada a él pero es demasiado tarde, solo agradezco que pienses de esa manera aunque tus acciones estarían justificadas, él no se merece la tolerancia que le estuviste dando. Pero sabes que eres mejor que todo ello, no te dejaste vencer y estoy orgullosa por esto, gracias.—Te inclinaste y depositaste un beso en su mejilla, haciéndolo sonreír con un leve rubor ne su rostro.

Reíste ante su acción y siguieron conversando con la radio de fondo y el paisaje que los rodeaba dejándolo detrás conforme el automóvil avanzaba. Al final del día, aquel agrío momento había pasado en un segundo plano y en el olvido.


✎ Imaginas (IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora