5- H A D I

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El trabajo en la granja era increíblemente entretenido, jamás pensó que encontraría tanta paz en dar de comer a los animales de la granja, regar los jardines, cortar la mala hierva o arreglar las puertas de la finca.

Nour estaba viviendo su vida soñada, caminar en el campo, oler a naturaleza, comer cosas producidas de la tierra. Todo era bello.

Cada día le contaba a sus padres lo que hacía, que trabajos realizaba, como se sentía al respecto y lo bien que la trataban aquella familia.

Sus padres estaban felices, algo más tranquilos que los primeros dias, cosa que relajo a su vez a Nour y pudo disfrutar aún más de aquel viaje.

Hoy tenía que llevar a Snowflake al veterinario, un perro husky que tenía problemas en la garganta y mientras iba a la dirección decidió pasar por la casa de Oskar para darle su cazadora y la ropa del ayuntamiento.

Al acercarse lo encontró entablado una conversación con una chica de su edad, se miraban con atención mientras la joven le hablaba con una sonrisa enorme. Oskar la escuchaba atentamente mirando el suelo del jardín que parecía estar arreglando.

Nour se sintió cohibida ante aquella escena, algo incomoda, al darse cuenta de ello se sintió realmente estupida, ingenua.

Por su parte Oskar que habia decidido devolver la vida a aquel jardín de su casa, se encontraba algo incómodo y molesto por la interrupción de su trabajo. Aún eso supo disimularlo y escucho con atención a Alda, su antigua amiga.

—Oskar —este alzo la mirada confundido ante la llamada de la chica —Te pregunte que tal la universidad ¿No estabas escuchando?

—Si, perdón, me perdí por un momento —admitio apenado —La universidad... bien, bien por ahora —asintio.

Ella sonrio con diversion sin darse cuenta de lo incómodo que se sentía ese hombre —Yo recién vengo de Tromsø —susurro —Tenía exámenes y terminamos tarde de lo esperado —suspiro dejando de apoyarse en la barandilla para estirarse cansada —Es bueno volver a casa

El asintio dándole la razón en aquella frase. También se sentía aliviado de estar en casa, su verdadera casa.

—Me alegra verte —dijo Alda de pronto llamando su atención —Sigues ayudando a los viejos y trabajando duro como siempre lo hiciste

El volvio a asentir —Es algo que me gusta hacer

Alda lo miro con mucho cariño realmente enamorada de aquel alto hombre, siempre le gusto, pero jamás pudo confesarle su amor, sería raro, eran amigos y los amigos no podían ser algo más... ¿No? Y cuando murió su madre el chico del que se había enamorada estaba desapareciendo poco a poco, ahora era un chico callado, siempre pensativo, ya no salía de fiestas ni venia a charlar con ella como antaño. El echo de siquiera gustarle era algo que había descartado.

—¿Quieres salir esta tarde? —se animo a preguntar —Vamos a tomar algo o ir a Oslo a jugar un rato en la bolera con los amigos

Oskar aborrecio aquella idea al instante, no queria salir de su pueblo por el momento, queria terminar su trabajo hacer los turnos en la cafeteria e ir a su lugar preferido a leer —Tengo mucho trabajo —dijo sin darle muchos rodeos —Tengo turno en la cafetería de Magnus.

—Oh... valla, pues mañana —dijo aún esperanzada

La miro apenado negando con la cabeza —Aun tengo mucho que hacer, perdón —susurro

D U N I ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora