17. BATALLAS

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Me ha tomado unas horas retomar el texto. Ahora mismo es de madrugada y los grillos cantan ambientando mi soledad, y aun con todo el tiempo que pasó, no pude relajarme; porque cada vez que pienso en esa habitación quiero gritar y sonreír, llamarte a tu teléfono, aunque sé que no me responderás. Pero si quiero terminar con esto, debo hacerlo sin importarme qué suceda.

La casa de Alex era muy grande, y como te dije quería uno de esos cuartos para descansar un poco, entré al primero que vi, pero cuando cerré la puerta vi al propio Alex sentado en su cama, y sin ser descortés, me saludó y preguntó sobre por qué estaba ahí.

— Estoy un poco engentado —le dije—. Pensaba quedarme fuera del ruido un rato, ¿no te molesta?

— No, adelante —se puso de pie—. ¿Quieres que me vaya?

— No hace falta —le dije—. Quédate, es tu casa.

No sé a qué se debió el valor que tuve de las dos acciones importantes que tomé, no sé si fue el alcohol o el hartazgo de negarlo, pero la primera de esas acciones fue que, sentado en el suelo, al ver que, aunque Alex estaba recostado en su cama y se le veía cansado no estaba dormido, y por eso pude preguntar aquello que considero ahora mismo crucial:

— ¿Alex?

— ¿Mande?

— ¿Cómo supiste que eras gay?

Se levantó de golpe con expresión incómoda. Comenzó a tartamudear, y se veía nervioso.

— No debes contestar, Alex —le dije—. No si no quieres.

— No, está bien, me tomó por sorpresa tu pregunta. —Se sentó en su cama y me hizo una seña para que me acercara.

» Cómo supe que era gay, ¿eh? —Preguntó ya que estaba a un lado suyo—. Supongo que es algo que estuvo dentro de mí siempre. Un día, cuando tenía doce años, Jacob Black, de Crepúsculo, se quitó la ropa frente al papá de Bella y yo quedé hipnotizado —se rio—. Después de eso, pasé por muchas dudas, y lo oculté durante los tres años que estuvimos en secundaria. Y bueno, eso fue lo primero.

» Después llegó el porno... uy lo dije —se disculpó sarcásticamente—. Y sabes una cosa... Yo no lo veía por el sexo como tal... Sino que porque había un chico. Yo veía al chico. —Se puso serio—. Fue duro para mí porque sabía lo que podía venir. —Sonrió un poco—. Y luego me gustó un compañero de la secundaria. No te voy a decir quién es, sólo te voy a decir que estaba en nuestro salón, pero él y yo nos besamos. Y así caí en la cuenta de que heterosexual no era —levantó la ceja y sonrió.

— Oh... —Nunca sabía qué decir.

— Realmente estuvo ahí toda mi vida, desde que era un niño, pero claro que no supe que se trataba de eso en ése entonces.

» ¿Por qué preguntas?

— Supongo que fue porque me acabo de enterar. —No era eso—. Nunca me lo contaste.

— No sabía cómo lo tomarías tú. —Me miró—. Y luego dejamos de hablar. Paula lo sabía, pero le pedí que no hiciera un alboroto de esto. Realmente no trato de ocultarlo, pero no quiero que me vean diferente, por eso tampoco lo voy presumiendo al mundo.

— ¿Es duro? ¿Tener que procurar que no se note?

— A veces lo es. —Miró a sus manos—. No me gusta tener que hacerlo. Nadie debería hacerlo, pero yo no lo tengo fácil, es mi campo de batalla de todos los días. Familia religiosa.

Entonces se detuvo un poco mirando hacia sus manos, se veía afligido, y dijo:

— Oye, esto se puso demasiado serio. Mejor volveré abajo.

Mírame Como Te MiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora