31. GRADUACIÓN

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Pasaron pocos días para que mi graduación tuviera lugar, y Paula y yo, estábamos muy contentos de poder decir que éramos graduados.

— Justo ahora —dijo ella— me siento mil veces mejor que Kim Kardashian.

Estábamos en un auditorio, sentados escuchando a profesores y director diciendo algunas palabras sobre el esfuerzo que significó para nosotros y el enorme logro en que se convirtió. Luego pusieron un montaje con fotos de los estudiantes de último semestre y una canción melancólica de fondo que creí reconocer como Hello de Adele, algunas de ellas las mandaron amigos nuestros, otras fueron fotos que tomaron en pasillos, clases y otros eventos. Entre todas, salió una foto del día en que Paula decidió hacerme trencitas en el cabello. Ella estaba muerta de risa, yo estaba completamente apenado, aunque el reflejo de la luz en mis lentes hacía ver como que no era yo.

Probablemente uno de los momentos más emocionantes que he vivido hasta ahora ha sido en el que di el discurso de graduación de nuestra generación:

— Compañeros —comencé— maestros, padres...

Mi discurso se trató sobre mí hablando como si me hubiera encontrado conmigo mismo cuando era un niño, le comenté a ese pequeño algunas de las diferencias de mi realidad con respecto a la perspectiva que él tenía sobre cómo sería él cuando se hiciera mayor. Durante mis palabras escuché varios sollozos de algunos alumnos, así como de algunos padres del público, y aunque no dejé el llanto fluir, la realidad era que por dentro también estaba llorando.

—... Y Aunque no llegaste a ser el astronauta que querías ser, te convertiste en la mejor versión de ti mismo. Eres ahora mayor, y eres todo lo que nunca pensaste que serías, pero siéntete orgulloso de en lo que te convertiste, pues eres lo que eres gracias a todo lo que fuiste. —Concluí—. Gracias.

Entonces comenzó un aplauso colectivo, que yo escuché a lo lejos porque mis nervios estaban tan alterados que me aturdieron, aunque podía verlos a todos en sus asientos golpeando sus palmas. Vi que algunos de los padres lloraban por lo que mi discurso significaba para sus hijos, así como mis padres abrazados saludándome y enviando besos con la mano. Gerardo también aplaudía con su siempre expresión seria, pero con una sonrisa amenazando con salir; Gabriel por su parte sonreía con efusividad, y Paula daba saltos y gritos para mí.

Regresé a mi asiento para esperar a que mi nombre fuera anunciado para ser oficialmente un graduado, Paula pasó primero al escenario, se veía muy feliz, aunque tenía los ojos rojos por haber llorado. Busqué a su papá entre la multitud y lo vi con la misma expresión que ella tenía sumado a mucho orgullo en sus hinchados ojos. Pasaron muchas más personas antes de que yo me levantara, cuando pasé al frente, ya quedábamos pocos ahí. Di la mano a las personas que estaban presentes y recogí un rollo con papeles, luego busqué a mi familia y le sonreí, una sonrisa que pretendía mandar un mensaje: Gracias.

La ceremonia finalmente terminó. Paula se fue con su familia, yo corrí con la mía. Mis papás literalmente me recibieron con los brazos abiertos. Mi mamá estaba llorando, pero tratando de mantener su porte en alto. Mi padre estaba muy feliz por mí y no paraba de abrazarme. Me tomé fotos con todos ellos. Una con mi mamá, una con mi papá, una con Gerardo, una con toda la familia, una con toda la familia y Gabriel, una con Gabriel y Gerardo, y una sólo con Gabriel. Justo después de que la tomaron me tomó del hombro y me besó sonriendo.

Después de eso llegó finalmente Paula, ella se tomó fotos con todos en mi grupo y yo con su familia. Pero la foto que más aprecié y más apreciaré por siempre, es una selfie que tomó Gerardo (La tomó él por ser el más alto), él, Gabriel, ella y yo estábamos abrazados, sonriendo. Nosotros con los birretes en la cabeza y ellos sosteniéndonos a todos juntos. Uno de mis mejores recuerdos.

Mi familia y la de Paula organizaron una pequeña comida para celebrar. La fiesta que organizaría la escuela sería unos días después, por lo que ellos pensaron que era mejor celebrarlo antes entre la familia.

Conozco muy bien tu fanatismo por los clichés y cómo te encanta llevarlos a la realidad, ese día hiciste que uno de ellos se volviera realidad cuando, en medio de la fiesta, me pediste que nos separáramos de los demás para ir a mi habitación.

— Quiero darte tu regalo de graduación —me dijiste, tomándome del hombro.

Me pediste cerrar los ojos, y escuché algunos movimientos dentro de la habitación, el último de ellos fue un golpe en la mesa, como si dejaras algo en ella, y fue cuando me permitiste ver de nuevo.

— Una vez vi una película, sobre un chico que también escribía, y me pareció que el mejor regalo que le dieron fue éste, y yo te lo quiero dar a ti.

Detrás de ti había una caja grande, a la que me acerqué temeroso y emocionado. Al abrirla encontré dentro algo que no había pedido jamás, pero que, dentro de mí, sabía que era algo que quería y no sabía desde cuándo. La más hermosa máquina de escribir me recibió desde dentro de la caja, yo no lo podía creer, tragué aire y me giré rápidamente hacia ti.

— ¡Ay no te gustó! —se lamentó—. Ya sabía que tenía que comprarte un regalo normal como cualquier persona haría...

— ¡No! —interrumpí—. ¡Me encanta! ¡Es el mejor regalo que he recibido!

Entonces corrí hacia ti, te besé con fuerza, porque quería demostrar con ello lo mucho que te quería y no podía expresar. Estaba muy feliz, y quería expresártelo de cualquier forma en que me fuera posible.

***

La fiesta de graduación no tardó mucho en llegar, recuerdo lo mucho que reí cuando me dijiste que ni tu fiesta ni la mía habían sido lo que esperabas, porque creíste que sería como en las películas. Puedo reír de eso incluso en este momento, aunque ahora lo hago con nostalgia porque no estás conmigo.

Esta fiesta es lo más cercano que tuvimos a el baile que esperabas, y aunque no sucedió nada realmente relevante, me alegra decir que fui feliz al pasarla contigo, bailamos y bebimos como nunca lo había hecho antes, puedo sentir el calor que tu pecho emanaba cuando bailamos esa canción que hoy escucho con dolor al mismo tiempo que la atesoro dentro de mi alma.

Bailamos juntos muchas de las canciones que escuchamos, pero fue Apocalypse de Cigarettes After Sex la que recordaré por el modo en que te acercaste para abrazarme, y la forma en que me besaste cuando la canción llegó a su mejor momento. —Your lips, my lips. Apocalypse—.

Sé que ni tú ni yo somos el tipo de personas que harían esto con regularidad, por eso se volvió mucho más especial cuando ambos nos escondimos en el baño de caballeros y dejamos que el momento hablara por nosotros. No teníamos mucho tiempo, y había muchas personas a nuestro alrededor, por eso, lo que hicimos tuvo que ser rápido y sin mucho detalle, sin embargo, pude disfrutarlo como si hubiese sido la primera vez que estuvimos juntos.

Paula y Gerardo también se divirtieron mucho, ellos encontraron diferentes parejas de baile, y Gerardo salió de ahí con algunos nuevos números escritos en la agenda de su teléfono.

Recuerdo que me invitaste a tu casa de nuevo, y pasamos la noche juntos como lo habíamos hecho antes, dejando que las cosas fluyeran como no se nos permitió dentro de la fiesta, y culminando con la sensación más explosiva saliendo desde dentro.

Recuerdo ese día y lo guardo muy dentro. El día en que noté que no sólo estaba enamorado de ti, sino que te habías convertido en quien yo necesitaba.

Tú y yo éramos muy felices estando juntos.

Tú y yo éramos muy felices estando juntos

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— Nos vemos!

Mírame Como Te MiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora