— ¿Y qué escribes cuando escribes? —preguntó Gabriel.
— ¿Cómo?
Estábamos sentados en mi cuarto. Yo tenía mi laptop en las piernas y él estaba detrás de mí. Había decidido mostrarle algunos de los antiguos trabajos que tenía guardados en una carpeta muy oculta en la memoria. Eran alrededor de tres novelas que había escrito desde que tenía memoria, varios relatos cortos, algunos cuentos, y también uno que otro poema (El primer borrador del poema de la clase estaba ahí).
— Sí —se acercó—. Cuando tienes que escribir algo, aunque no sabes qué escribir, pero necesitas hacerlo, ¿qué escribes?
— Ese es un problema común —le dije— sí me ha sucedido algunas veces. Cuando sé que debo escribir algo, pero no sé qué, lo que hago es buscar dentro de mí.
» Como siempre ha sido dicho, puedes representar lo que sientes. Si bien no es regla universal, hay gente que con su arte representa problemas que han vivido o que saben que existen, creo que ver dentro de ti es lo más importante. Saber qué sientes y qué piensas.
» Entonces cuando sé que quiero escribir, pero no sé qué escribir, escribo de mí. De mi vida, de mis amigos, de mis experiencias.
— ¿Y si no hay inspiración?
— Me sorprende que tú preguntes esto, Gabriel —le dije—. Tú también te expresas.
— Ya lo sé —me dijo—. Y también he tenido este mismo problema. Pero ahora es distinto, porque cuando escribo algo no me limito a sólo mi ser, a mí me gusta escribir sobre cosas que no he vivido, interpretaciones de qué o cómo es algo que desconozco, y eso me da una historia que se convierte en un guion y ese guion en un audiovisual al que le puedo modificar de muchas formas distintas. Lo que tú y yo hacemos es similar, más no es igual.
— ¿Y por qué preguntas?
— Quiero saber más de ti —dijo—. Observar lo que hay en tu interior. Entender qué hace que tú seas tú. Y creo que hablar sobre lo que escribes es un buen modo de descubrirlo. Eres muy reservado con lo que escribes, y eso es algo que habla mucho de ti, te conozco muy bien, pero tal vez no por completo.
— Imagino que tienes razón, pero no puedo decirte todo. Escribir siempre es ofrecer la mejor y la peor parte de ti. Cuando yo escribo siento que puedo hacer cualquier cosa. Que puedo crear y destruir. No lo hago por una necesidad soberbia, ni mucho menos; ésta capacidad no la tienes ilimitadamente, no eres un dios. De hecho, en una novela, a menos que tengas todo totalmente planeado, los personajes mismos te van guiando a donde ellos quieren ir, no tienes control absoluto. Eres un mortal siendo creador. Una sensación vehemente de, más que nada, amor a lo que haces, pero miedo a que no sea lo que esperas.
— Me gusta siempre cómo piensas —me respondió, estaba verdaderamente cerca de mí—. ¿A qué te refieres con que no sea lo que esperas?
Su aliento golpeó mi cuello y sentí un escalofrío. Pero no podía detenerme, debía hablar.
— ¿Te ha pasado que tienes una idea y en tu mente es increíble y revolucionaria? —pregunté y él asintió—. Pues eso mismo. Puede ser que en mí tenga algo que expresar, y sepa qué palabras usar, y dónde poner signos, e incluso saber qué figura retórica quedaría perfecta, pero cuando llega al papel no es tan bueno como lo pensé y tengo que escribirlo de nuevo y cambiar una y otra vez lo que escribí, pero nunca se acerca. Es lo más frustrante de escribir.
— Suena agotador.
— A veces, escribir llega a ser cansado. Te desgastas mentalmente y comienzas a abrumarte porque algo fue más difícil de escribir, o porque no tienes inspiración y no sabes cómo conseguirla. Pero siempre que puedes escribir, y sabes que te gustó por lo menos un poco lo que hiciste, tienes una de las mejores sensaciones que puedes experimentar. Es como un pequeño logro que, dentro de ti, es el más grande.
— Si te gusta mucho, ¿no?
— ¡Claro! —me giré hacia él—. Es totalmente complaciente. No podría explicarte qué parte de escribir me gusta más allá de sentir y expresar, pero puedo decirte que no he encontrado otro modo de ser más yo mismo, que cuando estoy escribiendo.
Comprendo que este día nos adentramos en lugares que no se hablan todos los días, yo sabía quién eras así como tú sabías quién era yo, sin embargo, permitir que entraras en este sitio de mi interior fue como darte plena confianza de mi persona, así como tú lo hiciste por mí.
— Tú dime —incliné mi cabeza— ¿por qué te gusta el cine?
Pestañeó y sonrió al mismo tiempo.
— Recuerdo cuando tenía dieciséis años —miró al piso—. Había una película en el cine que se llamaba Her de Spike Jonze, en ése entonces no tenía ninguna idea de qué significaba ver una película hipster —lo dijo en tono burlón— pero cuando entré a ver ésa, quedé atrapado con lo que vi y no sabía por qué. Mis otros amigos estaban muy hartos, dijeron que la película era larga y aburrida, pero yo sentía algo cuando la estaba viendo.
» Hay algo llamado lenguaje audiovisual, ¿te acuerdas del guion técnico que te enseñé la otra vez? —asentí—. Pues el lenguaje audiovisual parte de ahí. Son las formas en las que tú como director, haces que la gente comprenda cosas. Si bien, no todos saben de esto, la mente capta inconscientemente lo que un director nos quiere decir; saber interpretarlo o reproducirlo, es algo diferente.
» Bueno —pestañeó— no sabía por qué, pero tenía, casi, la necesidad de ir a verla de nuevo. Y de hecho la vi dos veces más en el cine. Entonces, ya en la tercera vez que la vi, pude notar algo en ella, y ésta vez supe qué era. Los planos nos mostraban a un hombre que evoluciona de un solitario, a una persona abierta al mundo y a expresarse:
» Comenzaba con un primerísimo primer plano —se señaló desde la barbilla hasta la frente— de Theodore, el protagonista, hablando de amor; pero luego te das cuenta de que no habla de él, es el amor de otras personas. Y toooda la película vemos planos generales o medios del personaje constantemente solo. Hasta que llega el final y lo vemos compartiendo un plano general con alguien más, hablando de sus propios sentimientos, expresándolo, y, finalmente, compartiéndolos. Él ya no estaba solo.
» Desde entonces supe que me gustaba ver películas más allá de entretenimiento. Comencé a ver las películas más cuidadosamente, contemplando. Dediqué los últimos meses de mis dieciséis a nutrirme de conocimiento, comencé a ver reseñas, ver análisis de películas, y tratar de analizarlas yo mismo. Para cuando cumplí diecisiete, ya tenía una idea de qué era, pero seguía aprendiendo. Hasta que llegó la hora de elegir carrera, y supe que quería estudiar cine. No sólo para verlo mejor, sino que me di cuenta de que yo quería hacerlo. Quería yo ser responsable de hacer que un niño se entusiasmara y comenzara a seguirlo. Quería hacer mis propias propuestas.
Escucharte de ese modo fue como adentrarme en una galaxia distinta, un universo completo que se encontraba dentro de ti en el que me podía aventurar sin miedo a perderme, porque tú serías quien me guiase. Conocí de ti una parte importante, así como tú de mí, y se quedará conmigo por lo que me queda de vida.
Particularmente disfruto escribiendo estos capítulos, las opiniones no son mías, sino que son una combinación de las mentes de muchas personas, y que utilizo con lo que sé sobre este arte. Ustedes qué piensan? Les parecen agradables estos capítulos? O no son tanto lo que leen?
— Nos vemos!
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Mírame Como Te Miro
RomanceAbel no esperaba que Gabriel se convirtiera en alguien tan importante en su vida, mucho menos porque no se imaginaba que se enamoraría de él del modo en que lo hizo. Los sentimientos de Gabriel fueron notorios, y por eso decidieron comenzar una rela...