UN AMOR SIN ENFOQUE, A PLUS SIZE STORY

A trabajar se ha dicho

Julia había regresado de la universidad más importante de fotografía del país, un mes antes de la muerte de su padre, Frank McCarthy, Cofundador de una de la más prestigiosa agencia de publicidad de New York, "McCarthy and Mitchell" Frank había muerto de un infarto fulminante. Eran los titulares del periódico de aquel día, seguido de una imagen de Julia con la cabeza gacha, mientras su madrastra se mostraba melodramática. Julia se preguntaba si en verdad Mónica había sentido tanto dolor con la perdida de su padre como le había querido hacer creer a las personas que los acompañaron en el funeral, gritos exagerados y lágrimas no derrochadas habían sido parte de su acto. El cual Julia no había creído en absoluto.

La madre de Julia había muerto cuando ella era más joven, no había un día que Julia no la extrañase, como sabía que ahora su padre sería parte de esos anhelos, no tenerlo junta a ella sería difícil.

Días después del funeral de su padre, los abogados de la compañía, habían contactado a Julia para hacerle saber que Mónica, su madrastra, había sido la heredera total de la compañía, y de la mayoría de las propiedades de la familia. A Julia su padre le había dejado una cantidad de dinero suficiente para nunca trabajar en su vida, solo había un pequeño detalle, no podría acceder a su fideicomiso hasta que cumpliera veinticinco años, acababa de cumplir veinticuatro, por lo que sus planes de ir por el mundo e iniciar su carrera de fotógrafa se tenían que detener de momento, ya que Julia estaba a expensas de Mónica, su queridísima madrastra.

Mónica tenía una hija Annie. Aunque Annie era fea de cara, se las había arreglado para ser una reconocida modelo internacional, que por supuesto odiaba a Julia, no había momento que no se lo recordara y burlara del peso de Julia, desde jóvenes su constante bullyn había atormentado a Julia.

Julia era una chica normal o al menos ella se consideraba de aquella manera, era hermosa de cara, pero no de cuerpo, eso le quedaba claro, ante todos los comentarios que le habían hecho siempre desde que tenía memoria, "eres linda de cara, si solo bajaras de peso", "tienes una personalidad increíble" "deberías de dejar los pasteles y bombones" y uno de los últimos que había recibido. "Conozco a un excelente cirujano". Pero para Julia no le interesaban las normas sociales, ella tenía un peso que consideraba bueno para ella. No era obesa, solo un poco de sobrepeso, pero mientras su salud no estuviese en problemas, no veía por qué debía de tener lo que la sociedad consideraba un cuerpo hermoso.

Así que un mes después de la muerte de su padre, Julia estaba sentada frente a Mónica, quien le había pedido que se reunieran en la compañía, ahora Mónica estaba en la oficina que había sido de su padre, sentada sobre una gran silla de terciopelo color ciruela de muy mal gusto. Esa oficina sin duda alguna estaba significativamente renovada, no podía creer lo rápido que Mónica había hecho cambios en el lugar.

--- No sabes cuanto me alegra verte querida, imagino que sabes por qué te llame --- le dijo después de dar un sorbo a su café, y verla con una expresión de león disfrazado de cordero.

Mónica era una mujer menuda, con cabello castaño, corto, muy a la moda de los noventa, su cara, la cual Julia creía alguna vez fue hermosa, estaba llena de bótox de momento, no tenía ninguna línea de expresión.

--- No, en realidad no lo sé, pero puedo imaginarme -- Julia no tenía deseos de estar ahí, pero no tenía opción.

--- Voy a ser breve, querida, no creo que esperes que te mantenga por un año completamente sin que hagas nada, no soy beneficencia pública, tienes que trabajar querida y ganar el pan de cada día--- le dijo Mónica en un tono condescendiente el cual molesto un poco a Julia

--- Si Mónica no estaba esperando a que me mantengas, no recuerdo haberlo pedido, claro que trabajaré ---

-- Me encanta tu actitud, y has llegado en el mejor momento, ya que hay una vacante la cual puedes llenar ---