VII

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Era extraño estar ahí, compartiendo un café sin azúcar con aquel chico que le ha besado tres veces, no es como que contara las ocasiones pero, algo como eso no se podía olvidar con facilidad. Una parte en su interior le decía que le conocía, porque lo que ha dicho anteriormente de que algo le ha impulsado a buscarle es verdad, y debía descubrirlo. De eso la razón por la cual lo ha estado frecuentando, necesita respuestas, porque desde hace días que sueños que no tenía desde los dieciséis han vuelto, y todo desde que lo ha visto. Al estar cercas de él siente tanta paz en su interior, como si perteneciera a su lado.

-Si no dices algo para romper la tensión te besaré -aquellas repentinas palabras sobresaltan a Rin, ¿acaso ese tipo tenía que ser tan directo?

-L-lo siento, ya no sé qué más preguntarte -soba su nuca apenado, todas aquellas reuniones fueron camuflajeadas con la excusa de 'cuestionario policíaco' por sus arrebatos lascivos, ya que se considera una persona 'peligrosa' para la sociedad.

-Entonces esto es más una visita 'amistosa' que de trabajo, ¿no es así?

-N-no sé de de qué me hablas -desvía la mirada -. S-solo quería avisarte q-que esto se termina y no nos veremos más.

-¿Terminar? ¿Con qué si no somos nada? A menos que quieras comenzar algo ahora y después terminar -dice acercándose poco a poco a Rin.

-Y-yo n-no he di-dicho tal cosa -no comprendía a su cuerpo, por más que pensara en alejarse de aquel pervertido simplemente su cuerpo no respondía.

Sus labios se unen, y con ese simple contacto siente volar hacia el universo, traspasando dimensiones, otros mundos, vórtices de tiempo, ¿cómo es que aquel ósculo le trasportaba? Aunque la verdad es que no se quejaba, porque aquella paz era digna del paraíso.

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«Acaricia las hebras azabaches del que duerme en sus piernas, se ve tan angelical que le hipnotiza, el sueño se ha esfumado y ahora espera el alba, admirando la belleza que se le presenta.


-¿No dormirás? -Pregunta una voz adormilada, Nir sonríe, porque Akurah no se ha movido ni abierto los ojos.

-Descansa, has hecho un gran trabajo el día de hoy -ríe besando la frente de aquel pueblerino, no comprendía el cómo le ha engatusado, desde la primera vez que le vio, tirado en medio de su camino, robó su corazón.


Claro que tiene miedo de que los descubran, porque está terminantemente prohibido que un miembro de la familia real tenga amoríos con uno de sus súbditos, no importaba si era mujer u hombre, simplemente no se podía, hasta que se case y arme su propio harem, aunque claro, a él mismo no le preocupaba, porque su vida está más que asegurada; en este caso Akurah sería el que pagase por aquella desvergonzada aventura, y si pasaba lo peor, es mejor recompensarle ahora en vida.

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Akurah abraza sus piernas observando la laguna negra que se extiende frente a él mientras pequeñísimas hondas besan sus pies desnudos. La noche le acompaña en su triste soledad, Irotin le ha dicho que Nir no podía asistir a su encuentro por presentarse a una reunión con reyes de, obviamente, otros reinos cercanos para firmar tratados de compra-venta y libre acceso a los visitantes.


Aquello no era justo, comprendía perfectamente que Nir es un príncipe con obligaciones y que más de una vez le plantaría, durarían días sin verse, sin hablarse y hasta terminarían porque Nir tendría que contraer matrimonio.

"Y Si En Otra Vida..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora