Su mirada se pierde en el horizonte mientras el sol se va ocultando, apagando su luz tras las aguas cristalinas del océano. Preocupación, angustia; algo no andaba bien y lo sentía. ¿Qué es lo que sucede? ¿Sousuke?
-¿Makoto? -Suspira al sentir el tacto de Kisumi -. ¿Qué piensas tanto? -Besa su cuello.
-Um. No lo sé, son tantas cosas -sonríe de medio lado al observar el rostro lleno de curiosidad de Kisumi -. Pienso en lo realmente feliz que me haces, en nuestro presente... en nuestro futuro -susurra besándole la nariz -; en cuanto te amo.
-Jeje. Qué cosas dices Makoto -le rodea el cuello recibiendo los labios contrarios.
-Kisumi, prométeme que nunca volverás a dejarme, por favor -susurra apretando con fuerza los parpados, aguantando las enormes ganas de llorar
-¿Qué? No entiendo Makoto.
-Sólo... por favor promételo -aprieta los labios; Kisumi preocupado, le toma del rostro, los esmeraldas de Makoto se dejan ver, cristalinos, llenos de dolor. Con toda la seguridad que es capaz de acumular responde:
-Lo prometo. Siempre voy a estar a tu lado, en esta vida u otra. No habrá nada que nos separe. ¿Si?
Aquellas palabras le hacen llorar, llorar de la alegría y alivio, algo dentro suyo se había despejado, su corazón, tal vez su alma, pero estaba contento. Ahora es que se da cuenta de lo ciego que estaba pues de la persona que se creía enamorado era la incorrecta, Kisumi ha sido su único y verdadero amor desde un principio.
.
.
«Todo estaba casi listo, las maletas hechas y guardadas en la parte correspondiente del carruaje, los caballos amarrados y sus guardias preparados, sólo faltaban sus altezas. Misuki se arregla frente al espejo, tan perdido en su reflejo que no escucha los llamados de su padre. Sus pupilas reflejan algo, algo que no puede descifrar, tan profundo y aterrador que se oculta tras la oscuridad de su alma. Sin siquiera darse cuenta lágrimas finas corren, en una delgada cascada que va desde sus cuencas hasta la barbilla.
-Misuki... Misuki... ¿Misuki? ¿Sucede algo, mi pequeño? -Se acerca por la espalda de su hijo, tomándole del hombro para girarle.
-Yo... no quiero partir padre; algo me dice que saldrá mal. Por favor -suplica apretando la tela del pecho de su padre.
-Misuki, todo está listo ya, sólo faltamos nosotros. Anda, no pasará nada, lo prometo -susurra con los labios pegados a su frente.
Dudoso, comienza a caminar junto a su padre. Antes de subir a su carruaje, le echa un vistazo a Ekusu, quien también le mira de una forma tan fría y aterradora que le hacen apartar la vista. Ekusu tenía ese mismo reflejo en las pupilas, pero más grande y poderoso.
El chofer da la orden y el galope tranquilo de los caballos resuena junto con el chirriar de la madera, el padre de Misuki habla mientras observa unos papeles, pero Misuki se encuentra tan lejos que no le escucha, atento a lo que dice su corazón, a los sonidos exteriores.
El cielo se pinta de tonos naranjas y rosas, las dunas son tan altas que parecen cerros, tragándose de vez en vez el carruaje y dejándole sin visibilidad al exterior. Misuki se incorpora de golpe, no sabía desde cuando se ha recargado en el hombro de su padre para dormitar, pero algo le ha alertado, opresiones dolorosas en el pecho y piquetes en las sienes.
-Padre...
Los caballos relinchan y el carruaje se mueve con violencia, Misuki se aferra a las paredes; tres sacudidas más y se vuelcan. Los objetos dentro dan volteretas al igual que sus cuerpos. Caen. Caen. Caen. Y se detienen, con las ruedas mirando hacia el cielo. Desorientado, separa los parpados, algo caliente y espeso le recorre el rostro; con el cuerpo dolorido trata de incorporarse, pero le cuesta, suelta un par de gruñidos, varias cosas han caído sobre él. Maldición, ¿qué ha pasado?

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"Y Si En Otra Vida..."
Fiksi PenggemarLas personas dicen que el destino no existe, que el hilo rojo es solo una leyenda para hacer la vida más bella... pero se pueden ver casos extraordinarios, y tal vez este sea uno de ellos. Haruka tiene sueños donde vive en un desierto, un reino pint...