[13] Encuentros inesperados

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—Al menos dime que seguirás conmigo sin importar que —se quedó en silencio mirando al suelo—

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—Al menos dime que seguirás conmigo sin importar que —se quedó en silencio mirando al suelo—. Por favor, dime algo, maldición.

—No necesitas preguntarme porque ya sabes la respuesta.

Me giré para salir del baño pero él se aproximó a tomarme del antebrazo. Nuevamente me hizo voltear.

—Si piensas que para mi un estúpido contrato es más importante que nuestra relación, no me has conocido lo suficiente y creo que contigo yo tampoco.

—Entonces renuncia, por favor, busquemos oportunidades en otras disqueras. Pero no te vendas de esta forma, ¿qué no te das cuenta?, eres la marioneta que más está resaltando en la colección de esa industria —supliqué con la voz quebrada. Él únicamente se quedó en silencio.

Vamos, Eddie, di algo por favor.

— ___... no es nada fácil abandonar el proyecto, Paige lo dejó muy en claro y todo esto se volvió muy frustrante para mi—se frotó el rostro con la mano libre y suspiró agobiado—. Además, no creo que Chiara tenga intenciones de follarme como las tenía Allison.

—Vaya respuesta —arrugué el entrecejo y lo señalé—. Dices que no me conoces lo suficiente, pero si a la modelo con la que tan solo llevas semanas de conocer —aparté su mano de mi extremidad—. Quizá tengas razón, Eddie, bien dicen por ahí que nunca terminamos de conocer a las personas.

Salí del baño. Me sentía molesta, un poco decepcionada porque lo estaba empezando a desconocer. Extrañaba al chico gracioso que pegaba volantes en el colegio, al que ni siquiera le importaba seguir las reglas, al que tenía un club escolar que siempre fue criticado por la mayoría y ni aún así le importó. Porque era feliz, era él.

Al siguiente día volvimos a Los Ángeles, el viaje estuvo cargado de incomodidad por parte del equipo, y los ronquidos de Lawrence. Eddie intentó hacerme reír con sus chistes de mal gusto, «humor negro le dicen por ahí». Pero terminé pinchándole las costillas con el codo, para que dejara de burlarse "del peinado" de un hombre calvo que estaba sentado en la fila contraria.

Tenía Cáncer.

Llegamos a casa, él y los chicos se la pasaron durmiendo la mayor parte del día. Entonces aproveché para ejercitarme un poco con algunos videos de zumba. Si, de esos que te dejan adolorida al día después como si un dinosaurio te hubiera caído encima.

A la mañana siguiente. Eddie y yo pasamos a desayunar a un restaurante, todavía me quedaba algo de tiempo para mi horario de trabajo y para el suyo también.

—¿El sabor de estos waffles no te trae recuerdos? —preguntó vaciando media botella de maple en la pieza de harina. Se miraba feliz como un niño pequeño festejando un logro escolar.

—Un poco, saben diferentes a los de varios comercios —me llevé una cereza a la boca.

—Sabes... —tomó mi mano—. Anoche recordé la plática que tuvimos hace dos días, y tal vez tenga desocupada la agenda para el cumpleaños de mi tío.

𝐑𝐨𝐜𝐤𝐞𝐭 𝐐𝐮𝐞𝐞𝐧 𝐥𝐥 ~ 𝘌𝘥𝘥𝘪𝘦 𝘔𝘶𝘯𝘴𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora