[3] El muelle de los recuerdos

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1 semana después:

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1 semana después:

—Iré a tomar una ducha, siento que ya huelo a cadaver en estado de putrefacción—informó Lawerence mediante un bostezo, Eddie y yo nos giramos para despedirlo con las manos.

Tan solo diez minutos atrás nos encontrábamos mirando un documental sobre alienígenas y el área 51.

—¿Por qué no haces el intento de viajar con nosotros a Las Vegas? —insistió besando mi mejilla— si quieres soborno al director, o simplemente te rapto y faltas esos días al trabajo.

—Sabes que no puedo, cariño. Por más que quisiera, me resulta difícil —bajé la mirada hacia nuestras manos entrelazadas— estaré bien, solo... solo cuídate mucho ¿quieres?

—Claro que lo haré, nena, ¿o quién te hará reír después?

—No lo se, ¿las películas de comedia?—bromeé acercándome a su rostro para besarlo. Él correspondió al instante, haciéndome acostar sobre el sofá sin romper el beso.

—Te amo tanto_____, no puedo creer que vayamos a cumplir tres años juntos —me removió algunos mechones de cabello que cubrían mi frente. No dejaba de sonreírme con dulzura.

—Yo tampoco puedo creerlo —tracé la línea marcada de su mandíbula, sintiendo ligeros vellos que sobresalían de su piel.

—¿Sabes? no quería decirte aún pero, estoy haciendo el intento de componerte una canción para nuestro aniversario. Quiero que sea perfecta, la mejor de todas.

Definitivamente ocultar sorpresas no era su especialidad, siempre terminaba exponiéndolas cuando estaba aburrido o muy emocionado.

—Adoro las sorpresas provenientes de ti—mis ojos se iluminaron de la felicidad y los nervios me hicieron soltar una risita.

—Espero poder decir lo mismo, ojalá sea pronto—me guiñó el ojo haciéndome  sonrojar al instante.

—No empieces, Edward —protesté porque sabía muy bien a lo que se refería—. No estoy lista, tú tampoco.

—Lo se, nena, solo bromeaba como de costumbre —sonrió ladino pellizcando la punta de mi nariz. Después se acercó a mi cuello para saborearlo como un tigre hambriento.

—Eso ni siquiera sonó a broma —exclamó Lawrence quién todavía se encontraba en el sofá individual apreciando la escena. Eddie alzó la cabeza y lo fulminó con la mirada.

—¿Por qué demonios sigues aquí?

—Chisme es chisme, ustedes sigan en lo suyo, esto está más interesante que un baño de burbujas —elevó las cejas al mismo tiempo. Eddie tomó el control remoto y se lo lanzó—. ¡Ouch!, eso fue cruel, viejo... ahora si me retiro —se levantó del mueble sobándose la nariz. Esta vez nos aseguramos en perderlo de vista.

𝐑𝐨𝐜𝐤𝐞𝐭 𝐐𝐮𝐞𝐞𝐧 𝐥𝐥 ~ 𝘌𝘥𝘥𝘪𝘦 𝘔𝘶𝘯𝘴𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora