[19] Strangers to friends, friends into Strangers...

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Abandoné el bar, evitando mirar atrás y responder los llamados del rubio malvado que no dejaba de gritar mi nombre entre la multitud

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Abandoné el bar, evitando mirar atrás y responder los llamados del rubio malvado que no dejaba de gritar mi nombre entre la multitud. No quería saber más de Billy, ni lo relacionado con él, lo detestaba, juraba que si tuviera la oportunidad de imprimir su rostro en una pieza de tiro al blanco, haría lo posible por anotar en el centro de su maquiavélica cara.

Mientras que con Eddie... ¿qué podría decir? me había roto el corazón, aunque sonara de lo más cliché. Tampoco quería tenerlo de cerca o dirigirle la palabra porque terminaría mucho más arrepentida que haber sido la novia de Jason

Dicen que no es bueno prometer cuando estás excesivamente feliz, o tomar decisiones precipitadas cuando estás sumamente molesto.

En mi caso omití las advertencias de la segunda opción. Porque media hora después volví a casa, precisamente a la habitación, sollozando y guardando algunas prendas dentro de una maleta. Vacíe mi closet, cajones, cajas y únicamente decidí equipar lo necesario.

Pero el sentimiento me ganó y volví a llorar una vez más, abrazando un dragoncito rojo de peluche que Eddie me obsequió en san Valentín. A pesar de no extrañar mi antigua vida, echaba de menos a mis amigos, necesitaba de mi mejor amiga, incluso del afecto paternal del tío Wayne. Aquí no conocía a nadie y no tenía a nadie, a excepción de los chicos.

Decidí pasar la noche en un motel, necesitaba pensar las cosas y cuestionarme a mi misma si era lo suficiente capaz de regresar al pueblo. Supuestamente los Carver habían sido trasladados a otro condado, a muchas horas lejos de Hawkins. Mis padres eran los únicos que permanecían ahí, pero, ya no convivían con nadie; únicamente acudían a la iglesia cuatro veces a la semana, porque la culpa seguía atormentándolos.

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No tenía planeado regresar a la casa, pero mi diario con anotaciones y números de teléfono, se encontraba entre las pertenencias que no pude empacar. Así que, no tuve más opción que rezar para no encontrarme con Eddie o alguno de los chicos, despiertos.

Eran aproximadamente las diez de la mañana cuando volví a la residencia.

Todo se miraba normal, ventanas cerradas con las cortinas abajo, no había rastro de latas de cerveza sobre el porche, o vagabundos buscando comida entre la basura. Excepto la camioneta de Eddie que estaba mal aparcada, con las puertas abiertas.

—Eres un descuidado, Edward—musité girando los ojos con molestia, caminando hacia el vehículo para cerrar cada una de ellas.

Después me dirigí a la entrada principal de la casa, tomé el pomo y lo giré; tampoco tenía colocado el seguro. «Estos locos no miden el peligro». Comencé adentrarme cuidadosamente, el olor a cerveza, cigarro y a calcetín viejo, me recibieron con mucha felicidad. Era de esperarse que los instrumentos estuvieran tumbados en el suelo junto con sus dueños. Gareth dormía abrazado de Jeff y Lawrence se chupaba el pulgar como un bebé. Pero no había ningún rastro de Eddie con ellos.

𝐑𝐨𝐜𝐤𝐞𝐭 𝐐𝐮𝐞𝐞𝐧 𝐥𝐥 ~ 𝘌𝘥𝘥𝘪𝘦 𝘔𝘶𝘯𝘴𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora