Cenneth es la hija legítima del conde de Nayruth, un antiguo reino caído que aún mantiene sus tradiciones. Obligada a ser parte del servicio, Cenneth encuentra refugio en la gente de su pueblo.
Cuando su mejor amigo Nhesto le confiesa que fue elegid...
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El presente capítulo tiene escenas de violencia explícita
La noche llegó. Carine ya estaba vestida y peinada para la cena, engalanada con algunas de sus mejores joyas, aunque tampoco exageró. Ese imbécil y su madre no merecían tantos honores, que la contemplaran ya era suficiente.
Y Cenneth que no aparecía. El caballero Claude de Lores le dijo que la ayudó a vestirse con su nueva armadura, pero que no la veía desde entonces. ¿Acaso le pasó algo? ¿La detuvieron? ¿Y si el bastardo de Ethelvell no había cumplido su palabra, y mandó a capturarla igual? No quería pensar en lo peor, tal vez se estaba encargando de convencer a Cyntine de huir con ella, o a los hermanos de la guardia. O quizá fue al pueblo a buscar a Adelthy para pedirle que se preparara para el ritual en el que intentarían liberar a Mallku, y si...
¡Mierda! ¿Y si encontró a Uku? ¿Y si al ir al pueblo descubrió algo sobre el paradero del tipo poseído? Por la gran Madre de la tierra, no podía con tanta tensión. Y necesitaba hablar con Cenn, tenía que contarle todo. Incluso lo del zapato que ella guardó la noche del baile real en Berbard, y el que también llevó en su viaje a Nayruth.
La duquesa siempre tuvo en mente que llegaría el momento de devolverle el zapato, pero no en una circunstancia así. Pensó en una cena privada, tal vez, o en la cama mientras reían y gozaban. Le mostraría el zapato, Cenn se sorprendería, y juntas rememorarían cada momento de aquella noche. O recordarían esa vez que se conocieron, sus primeros encuentros, los primeros pasos que las llevaron a amarse. ¿Y en qué iba a acabar en verdad? En que ese simple y curioso zapato no era otra cosa que la clave para liberar a Ariel.
Carine también se preguntó por qué Cenn no le contó nada de lo que Etheldan relató en esa carta. ¿Tal vez no lo consideró tan importante? Al parecer, ni la misma Ariel fue consciente que con sus actos estaba marcando a Cenneth como su escogida, así que no podía culparla por eso. Y pensarlo la hacía sentir tan extraña...
Ariel y Cenn se conocieron. Ariel ayudó a Cenn a ir hasta ella como un caballero la noche del baile. Era un espíritu protector, y cumplió su labor con Cenneth de la mejor manera. No pudo evitar preguntarse por qué, si al parecer antes le fue fácil manifestarse, nunca quiso hacerlo con ella. ¿La olvidó? ¿O nunca fue tan importante para Ariel como quiso creer? Ya no podía decir que su afecto por Ariel era el mismo de antes, pero al menos quería saber, necesitaba un cierre.
—Su gracia —la doncella interrumpió sus pensamientos, ella se giró de inmediato—. Están aquí para escoltarla.
—¿Y Cenn de Nayruth?
—No hay novedades, mi señora —torció los labios. Eso ya empezaba a preocuparle, pero no podía esperar más.