💘 Especial de San Valentín 2024 💘

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El día estaba cerca, y Cenn se sentía algo nerviosa

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El día estaba cerca, y Cenn se sentía algo nerviosa. Nada más y nada menos que su aniversario de bodas, y también un día especial para todo Xanardul: El día de Kuyay.

Según contaba la historia -en la que por supuesto creía- Kuyay era una extensión de Luz eterna. Siendo específica, del amor de Luz eterna. Un espíritu que en la antigua era encendió el amor en las almas de todos los seres vivos, y a quien se invocaba para pedir su protección. Era la misma razón por la que los nay llamaban "kuyac" a sus uniones matrimoniales. Y también fue el motivo por el que Carine y ella tuvieron que casarse ese día.

Si bien lo de ellas fue una boda apresurada, según el consejo de tía Leonela, lo mejor fue acogerse a la protección de un espíritu poderoso como Kuyay, de esa manera también legitimaron su unión, pues si el espíritu las bendecía no había por qué dudar. Lo que no esperaron fueron las consecuencias de sus actos.

"Impusimos una moda", bromeaba Carine, y a ella también le hacía gracia. La gente no solía casarse en el día que Kuyay nació de Luz eterna. Pero de pronto se corrió la voz de que la poderosa duquesa Berbard lo hizo, y que por lo mismo la deidad la bendijo con un embarazo en su primer año de casada. Y así la moda de casarse el día de Kuyay empezó a extenderse por todo el reino.

—Y así logramos lo que en teoría no queríamos: Llamar la atención. En especial sobre mí... Siempre se trata de mí —murmuró ella con resignación, y suspiró.

Bajo la sombra del árbol de Nhesto, la chica le contaba su drama personal. No esperaba una respuesta con palabras, pero su amigo siempre encontraba una forma de comunicarse a través de la naturaleza. Y ella de verdad necesitaba hablar eso con alguien, con él.

—No es que esté mal, yo lo acepté. Pero es que a veces me molesta tanto no poder ser la pareja de Carine en público, ¿sabes? Apenas aquí en Nayruth, de vez en cuando en la corte de Berbard, todo para que no se levanten en contra de nosotras por nuestra supuesta unión antinatural. ¡Ni siquiera puedo acompañarla a la capital de Theodoria para las fiestas! Tiene que ir sola con Ea, y yo quiero estar con ellas.

Suspiró otra vez. Cierto que era el conde, el duque, y todo lo demás. Escogida de Mallku en funciones, y escogida de una reina sirena de vez en cuando. Pero eso no quitaba los limitantes. Su boda ya había despertado muchas suspicacias, aún podían intentar separarlas. Por eso apenas se mostraban en público ante desconocidos.

—Se supone que era para protegernos, pero ahora me he ganado la fama de "misterioso" y todo el mundo me quiere ver la cara. En las ceremonias también... ¡Ay, Nhesto! ¿Qué voy a hacer? —dijo, recostando la espalda contra el tronco del árbol—. Ella pronto volverá con Ea, y será nuestro aniversario. La boda fue linda, pero no lo suficiente linda como ella se merece. Y no sé, pensé que ahora que se acerca la fecha podría celebrar algo especial con ella... ¡Pero quieren que presida las fiestas!

La invitación formal llegó de los nuevos sacerdotes de la luz, pues los anteriores fueron reemplazados después del juicio. En realidad, ahora el templo era mixto, y los sacerdotes y sacerdotisas parecían ser buenas personas que de verdad honraban a Luz eterna. Y claro que les agradaba la moda de la adoración a Kuyay, es más, hasta la fomentaban. Era la razón por la que ese año se llevaría a cabo una gran ceremonia en Nayruth para las parejas que desearan unirse en matrimonio.

Cenicienta y los olvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora