II.

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La sensación de ebriedad lo acompaña mientras camina al auto donde Big lo espera de forma paciente. El eco de las canciones que cantó sigue alimentando su sonrisa. Ahora mismo se siente profundamente libre y más tranquilo, el desmayo que sufrió hace horas le parece más bien parte de un mal sueño.

Kim no podría decir que todo se ha resuelto después de cantar en el bar de Yok pero sabe que está sintiéndose más como él mismo ahora. La música de cualquier tipo ha sido siempre su refugio y su torpe corazón, aunque sigue sintiéndose inusualmente cálido, ahora mismo late tranquilo, como si nada hubiera pasado y la existencia de Porchay Kittisawat no hubiera alterado todo dentro de él.

Y ahí va de nuevo, piensa, pero recordar a Porchay no le molesta en ese preciso instante en el que el éxtasis de presentar su música frente a personas que estaban escuchándolo con embeleso sigue protegiéndolo de todo lo demás.

¿A quién le importa si los efectos de su concierto improvisado se desvanecerán pronto? En esos instantes, Kim se siente invencible, intocable. En esos instantes, se siente incluso capaz de volver a enfrentarse con la sonrisa de Porchay. El joven comienza a reír de forma alocada y al llegar al auto, Big lo recibe con una mirada llena de perspicacia.

—El señor Khun le prohibió beber, señor Kimhan— dice Big de forma severa y Kim se sorprende de nuevo al notar que un chico solo dos años mayor que él pueda parecer tan serio y responsable.

—No bebí nada— responde Kim levantando los hombros—. Solamente me siento bien, no es necesario beber alcohol para sentirte bien, ¿sabes?

—¿Fue un buen concierto?— pregunta Big de modo cortes mientras pone el auto en marcha y Kim se recuesta en el asiento con desfachatez porque todavía es WIK y a WIK no le importan para nada las absurdas reglas de etiqueta y comportamiento que Kimhan debe observar en cada momento.

—El mejor, varias personas estaban cantando conmigo, fue sorprendente— dice Kim recordado la sensación de triunfo que sintió al escuchar varias voces uniéndose a la suya—. Me hubiera quedado un poco más pero varias chicas comenzaron a ser insistentes de verdad.

—No entiendo por qué no quiere que nadie sepa de este talento suyo— comenta Big con naturalidad—. Si usted hablara de esto con el señor Tankhun, estoy seguro de que lo apoyaría tanto como lo apoya con su carrera como pianista.

—No le demos más problemas a Khun— dice Kim dirigiendo su mirada hacia la ventana del auto que va pasando por calles desiertas y vecindarios que se hacer cada vez más lujosos y exclusivos a medida que Big y él se acercan a su casa.

Kim suspira y Big entiende como siempre lo hace que la conversación ha terminado ahí. Los dos viajan en silencio mientras Kim piensa que Big tiene mucha razón al decir que Tankhun apoyaría lo que sea que WIK signifique para él. Sin embargo, con el paso de los años WIK se ha convertido en un escape, WIK es un refugio que Kim no quiere convertir en su trabajo, lo cierto es que no le interesa ser reconocido como un cantante. Él sabe que su verdadera magia está frente a un piano y ser pianista no lo hace infeliz. No, WIK puede seguir existiendo solamente en el bar de Yok, después de todo fue ella la que nombró a esa mascara que forma parte de él.

Además, si se convirtiera en un ídolo pop en toda regla, Kim tendría que exponerse a más escrutinio del que puede soportar lo cual no suena atractivo de ninguna manera. Hace un rato, por ejemplo, tuvo que portarse de verdad frío con aquellas chicas que intentaron arrinconarlo para conseguir su número telefónico o algo más, algo que él no se siente capaz de dar a nadie. No, él no deja que las personas se acerquen a él. Kim protege su soledad como si se tratara de un paraíso personal al que nadie más puede tener acceso, ha sido así siempre. Kim no cambiaría eso por nadie y sin saber por qué, la sonrisa de Porchay Kittisawat aparece de nuevo en su mente como si quisiera recordarle que tal vez, solo tal vez, la cerca que protege su guarida comenzará a resquebrajarse debido a aquel encuentro que parece haber sido tatuado en su memoria.

SamsaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora