XXII (FINAL)

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Hay lágrimas en los ojos de Kim, no puede evitarlo. El sonido que las manos de Porchay están produciendo es algo mágico, algo puro, algo precioso que se cuela en los corazones de todos los presentes. Kim puede ver que las personas a su alrededor escuchan la música de su amado con los ojos cerrados y una sonrisa de alegría en los labios.

El esplendor de la sala de conciertos de la Filarmónica de Varsovia los rodea a todos, todo el mundo parece estar sumido en un sueño, pero Kim sabe que es más que una ensoñación porque el joven pianista que produce ese encanto es una realidad esplendorosa. Ahí, frente a los ojos del jurado más estricto del mundo y los ojos de otros apasionados de la música, Porchay está creando magia mientras sus manos tocan con seguridad el concierto para piano número uno de Chopin.

Kim está siendo parcial y lo sabe, pero siente que ningún otro piano ha sonado como el de su amado. Las manos de Porchay saben cómo producir olas de viento o marejadas emocionadas cuando debe hacerlo. La técnica de su amado es perfecta, no ha errado ninguna nota, no ha perdido el tempo ni se ha dejado llevar por la emoción de por fin haber logrado hacer su más hermoso sueño realidad. Porchay ha alcanzado la ronda final de uno de los concursos de piano más estrictos del planeta. Porchay está compitiendo codo a codo con otros pianistas virtuosos y Kim apenas puede contener el orgullo que quema en su pecho.

Porque ese hombre que es capaz de convocar magia con su música es su amado. Kim lo ha visto practicar hasta el cansancio, lo ha visto desesperarse y llorar y también tener miedo cuando Top dijo que Porchay estaba muy cerca de necesitar una cirugía en su mano derecha. Pero ninguno de esos obstáculos importa ahora porque Porchay está viviendo su sueño, Porchay está a la mitad del tercer movimiento, cinco minutos más lo separan del final de su presentación y el chico sigue luciendo concentrado e inalcanzable, Porchay es un regalo a los ojos usando ese traje oscuro que lo hace parecer un príncipe moderno y Kim no puede evitar sonreír. Pase lo que pase, Porchay siempre será un príncipe musical, no hay modo de hacer que eso sea distinto.

La filarmónica de Varsovia acompaña a su amado con abandono. El piano de Porchay guía aquel viaje y Kim se siente afortunado de saber que, aunque desde lejos, está acompañado a su amado en cada paso. Kim incluso siente que está sentado a su lado dándole el aliento necesario para no rendirse, para no sucumbir ni a los nervios ni al cansancio. Kim está ahí con él, en su corazón, del mismo modo en el que se han acompañado por años. Kim no lo ha dejado solo, nunca lo hará y cuando las manos de Porchay producen las últimas notas del concierto, un aplauso ensordecedor estalla en la sala y Kim, sus hermanos y Porsche, quienes hicieron el viaje con él, se levantan de sus asientos para ovacionar a Chay quien ahora mismo brilla y no es por las luces de la sala ni por los flashes de la prensa extranjera y tailandesa que lo han seguido en cada fase del concurso, sino que, la luz que lo rodea nace de él. Porchay ha creado un encanto musical y es como si todas las estrellas del cielo brillaran ahora en su sonrisa.

Kim siente una nueva ola de amor y de orgullo cuando el director de la orquesta abraza a Porchay para agradecerle su rendición y el joven le sonríe de forma feliz. Sin duda alguna la rendición de Chay ha sido perfecta, conmovedora, Kim le daría ahora mismo todos los premios al amado de su corazón, pero sabe que aún quedan dos competidores más por presentarse y después, habrá que esperar la deliberación de los jueces.

Kim sabe que sin importar cuál sea el resultado, él no pensará en nadie más que Porchay como el absoluto ganador de ese concurso, pero desea con todo su corazón que los jueces puedan ver todo el esfuerzo que Chay puso en cada una de sus presentaciones. Kim espera que todo el valor de Porchay se vea recompensado porque está haciendo historia, porque un muchacho tailandés se ha parado en un escenario tan importante con confianza y ha hecho magia para honrar la memoria de un músico inmortal. Kim quiere ver a Chay triunfando, quiere acompañarlo a la gira mundial que los pianistas que ocupen los primeros cinco lugares tienen. Kim quiere verlo siendo feliz creando música, Kim quiere seguirlo a donde sea que vaya y alentarlo, hacer que no se rinda nunca.

SamsaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora