VII.

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La sonrisa del príncipe Stjernelys llena sus sueños, es una sonrisa pacífica y llena de alegría. Kim lo mira y siente paz. El príncipe está solo en el enorme jardín que el rey Kærlighed construyó para él. No hay nadie a su alrededor y el sol del mediodía dibuja arcoíris de colores en la cúpula de cristal que protege a esas flores.

Kim se acerca a él, no puede evitarlo. Hay una fuerza enorme que lo guía hasta él, el lazo que lo une a él se tensa. Stjernelys sonríe aún más al mirarlo acercarse y Kim no entiende por qué su propio corazón se alegra al tenerlo frente a él.

—Me encontraste una vez más— dice él con dulzura y el corazón de Kim se llena de paz.

—No entiendo— susurra Kim— ¿Me conoces?

—Por supuesto, ¿cómo podría olvidarme de ti? Me lo prometiste, juraste que te encontrarías conmigo en todas nuestras vidas posibles— dice el príncipe y extiende sus manos hacia Kim quien la toma con algo de timidez—. Yo juré lo mismo. Mientras el dolor fruto del odio de Hanabi me arrancaba la vida, juré que nuestra historia no terminaría así.

—¿No fue el final de la historia entonces?— pregunta Kim mirando los ojos del príncipe— ¿Cómo terminará todo ahora?

—No lo sé, eso tienes que decidirlo tú— dice el príncipe—. Haz que esta vez sea una historia feliz para los dos ¿lo prometes?

—Lo prometo— dice Kim sin dudarlo y el príncipe sonríe sin soltarlo—. Tú... ¿Porchay sabe de todo esto?

—Lo sabe porque yo lo sé— dice el príncipe—. Yo soy él, él es el príncipe. Cuida de él, de mí. Cumple tu otra promesa.

—¿Cuál?

—Que me regalarías todo el amor del universo— dice el príncipe con una sonrisa tímida—. Quiero saber qué se siente ser amado de ese modo.

—Todo el amor del universo— repite Kim imaginando cómo será sentir algo así—¿Es posible algo así?

—Lo es, lo será para ti y para mí— dice Stjernelys y besa la mano de Kim con suavidad antes de comenzar a alejarse de él—. Me encontraste, no me dejes ir.

Kim sonríe y a pesar de que le gustaría preguntarle mil cosas más al príncipe, lo deja ir porque sabe que descubrirá la historia de los dos en el mundo en el que lo ha encontrado de nuevo. Kim sabe que sus sueños y visiones no son tal cosa, son recuerdos.

Kim sabe ahora que es cierto, que conoció a Porchay antes, que lo amó con locura y hasta las últimas consecuencias. Kim sabe que Porchay es parte de él y que cuando lo miró por primera vez, algo libre de olvido reconoció al chico sin que él pudiera evitarlo. Lo ha encontrado de nuevo, eso es cierto. Lo ha encontrado de nuevo y cada una de las células de su cuerpo se niega a dejarlo ir.

Con ese pensamiento, sus ojos se abren de par en par de forma lenta y cuando siente el calor del cuerpo de Porchay a su lado, Kim sonríe sintiendo que la debilidad del día anterior se escapa de su cuerpo como si todo lo ocurrido no hubiera sido sino una pesadilla. Los ojos de Kim se enfocan después en el rostro dormido de Porchay quien parece preocupado incluso en sueños y Kim sabe que debe dejarlo descansar. Algo le dice que Chay pasó la noche entera cuidando de él y las palabras del príncipe de su sueño resuenan en él con nueva fuerza: cuida de él, cuida de mí.

—Te encontré, es cierto— susurra Kim perdiéndose un poco más en la deliciosa sensación de la cercanía de Porchay—. Pero tú también me encontraste a mí.

Decir esas palabras en voz alta se siente como un conjuro liberador. Ese dolor pesado en su pecho parece disminuir cuando Kim piensa que el pasado no se puede cambiar pero que el presente es una página en blanco sobre la cual tendrá que escribí un nuevo futuro para él y el chico que no lo ha soltado todavía. Kim no sabe qué clase de historia será, Kim no quiere apresurar nada pero es un hecho que Porchay Kittisawat llegó a su vida para no perderlo. Kim sabe que debe entender la historia completa pero por el momento le basta saber que una vez, en un pasado lejano, alguien le arrebató su alma entera y que ahora, cientos de años después, parece haberla recuperado.

SamsaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora