Samsara

III.

Kim está desayunando de forma lenta a pesar de que la comida no tiene sabor y su estómago se ha convertido en un enjambre de abejas furiosas que al parecer han decidido no dejarlo en paz hasta que la hora de su cita con Porchay Kittisawat llegue y oh, demonios, no será una cita, claro que no.

Kim sacude la cabeza al pensar en ello e intenta poner atención a la interminable cháchara de Tankhun que habla con Kinn acerca del mejor lugar donde puede llevarse a cabo la recepción para su boda. Los tres hermanos siempre suelen desayunar juntos pero esta mañana parece que cada uno de ellos está perdido en su propio mundo porque mientras Khun habla y habla, Kinn parece estar teniendo el romance del siglo con su teléfono del cual no ha despegado los ojos.

Al menos no hasta ese instante cuando la mirada de Kinn cae sobre él y en sus ojos hay tanta felicidad que Kim vuelve sentirse avergonzado de su hermano el cual siempre ha sido un libro abierto con sus emociones. Kinn no tiene miedo de dejar que otros vean el corazón emocional y en ocasiones ridículo que ha sido parte de él desde siempre.

—Kim, ¿vas a ver a Chay esta tarde?— pregunta Kinn con alegría y Tankhun, quien está mirándolo ahora ni siquiera se enoja porque Kinn interrumpió su interminable discurso acerca de por qué la casa de la familia en la costa es el mejor sitio para que otro Theerapanyakul contraiga matrimonio.

—Sí, tenemos una cita esta tarde— dice Kim con algo de vergüenza—. O sea, no como en una cita romántica sino, vaya, ¿una reunión profesional?

—¿Estás sonrojándote, Kimhan?— pregunta Khun con aire de suficiencia y Kim le dedica una mirada furibunda que hace que sus dos hermanos rompan a reír.

Y sí, los odia y ojalá los dos se ahogaran con el desayuno.

—Puedo decir con toda seguridad que jamás en mi vida he hecho algo tan ridículo como sonrojarme— dice Kim y luego lleva a su boca su taza de café.

—Por supuesto que no, Kim, olvidaba que tienes un corazón oscuro hecho de roca— dice Kinn con un dejo de ironía—. Porsche dice que Chay lo llamó de verdad emocionado después de que lo llamaste tú. Chay está muy ilusionado con el dueto de los dos, creo que siempre ha querido acercarse a ti pero es un poco tímido, tienes que cuidar bien de él, por favor.

—Me ofende un poco que los dos piensen que me portaré como un idiota con Porchay— dice Kim con algo de exasperación— ¿De verdad soy tan mala persona?

—No, querido, pero eres un torpe social— dice Khun con franqueza y Kim tiene que aceptar que su hermano mayor tiene razón en eso—. Nos preocupa un poco que te sientas abrumado de pronto y suceda algo que, bueno, haga sentir mal a Chay. Prométeme que si todo llega a ser demasiado para ti, te despedirás de él cordialmente pero no se te vaya a ocurrir dejarlo abandonado a la primera de cambio, Kimhan, recuerda nuestra conversación de esta madrugada.

—Chay es un chico maravilloso, Kim, te lo juro— asegura Kinn—. Una vez que se siente en confianza, es un conversador inigualable. Es sumamente inteligente y cariñoso, no puedes evitar sentirte cómodo cuando estás con él.

—¿Hace cuánto que lo conoces?— pregunta Kim con más interés del que debería.

—Porsche me lo presentó en la segunda de nuestras citas. Porchay es lo más importante en la vida de mi prometido porque prácticamente han tenido que cuidarse el uno al otro debido a, bueno ya sabes, la situación de sus padres— dice Kinn.

—¿Qué situación?— interroga Kim porque hasta ese momento Kinn no había hablado de forma tan abierta acerca de su nueva familia.

—Los padres de Porsche y Porchay huyeron al extranjero a causa de las enormes deudas que su padre contrajo con personas peligrosas— dice Kinn de forma fría—. Los dos se quedaron aquí al cuidado de uno de sus tíos pero a veces pienso que solo se tienen el uno al otro. Porsche y yo estamos intentando resolver la situación para poder traerlos de vuelta, nos encantaría que pudieran estar presentes el día de la boda.