Samsara

XIII

Kim piensa que justo en aquel instante, Kærlighed y Stjernelys están sonriendo en algún lugar, quizá, dentro de su alma y del alma de Porchay. Los ojos de los dos están perdidos en el rostro del otro, nada parece ser más bello que descubrirse juntos, por fin juntos en el mismo lugar, en el mismo tiempo.

Kim piensa que la magia existe porque, ¿qué otra cosa si no magia pudo haberlos reunido de aquel modo? Hay magia a su alrededor, magia conjurada por los recuerdos y por ese encuentro que desafía la definición de lo imposible. No hay nada imposible para Kim, no esa mañana, no cuando el rostro de Porchay descansa sobre su pecho y su corazón canta, Kim piensa que esa música dentro de él hace que todo lo demás deje de tener sentido.

Para Kim no hay más mundo que aquel departamento que de pronto se siente cálido, es como llegar a tu hogar después de un día largo y cansado. Su hogar está ahí, en los brazos de Porchay que rodean su cintura, en los labios rojos y algo hinchados de ese ángel dulce y cariñoso que parece haber curado su soledad de un solo plumazo.

Kim no se siente débil, ya no. Su cuerpo parece haberse curado a fuerza de besos, es como si las manos de Porchay se hubieran llevado con ellas esa maldición de debilidad que Kim ha tenido que arrastrar por años y años. Kim se siente poderoso e infinito, siente que si Porchay se alejara de él, Kim saldría volando por la ventana porque eso es, está en las nubes, ha descubierto un universo que nada tiene que ver con ese mundo hostil y cruel que le ha arrebatado tantas cosas.

—Pensé que no podías lucir más adorable pero creo que me equivoqué— dice Kim mientras acaricia el cabello de Chay—. Justo ahora eres hermoso, ángel.

Porchay sonríe complacido al escuchar sus palabras y se levanta únicamente para besar los labios de Kim y sí, vaya, los dos han aprendido bastante aquella noche. Ahora mismo sus labios danzan con suavidad, no hay prisa. El día acaba de comenzar para los dos, es como si toda una nueva vida estuviera naciendo ahí donde sus labios se tocan y sus manos se aferran a la piel del otro.

Qué alegría estar vivo, piensa Kim, qué dicha tan grande abrir los ojos cada mañana para poder mirar a Porchay a su lado y que todo sea tan sencillo como sostenerlo en sus brazos y besarlo, besarlo mil veces, un millón de veces. El cuerpo de Chay es suave, y se amolda de forma perfecta al de Kim. Es como si los dos hubieran sido hechos el uno para el otro y es tan fácil dejarse llevar. Mientras Porchay lo besa así, no hace falta pensar, ni temer, ni esperar. En medio de la soledad de su habitación, no existe nadie más. Kim podría quedarse a vivir ahí para siempre, de hecho, quizá lo haga.

Una sonrisa se dibuja en sus labios después de que Porchay se aleja un poco de él simplemente para mirarlo a los ojos y su reflejo en la mirada de Chay es interesante. Kim también está despeinado, sus labios húmedos y rojos, su rostro una oda a la felicidad y es tan distinto. Kim casi no reconoce su reflejo en la mirada de Porchay pero es él, es él pero también es alguien mil veces mejor, más fuerte, más feliz.

—Kim, ¿por qué eres así?— pregunta Chay y sus manos comienzan a acomodar su cabello.

—¿Cómo?— pregunta Kim pegándolo más a su cuerpo.

—No sé cómo describirte, eres más que hermoso— dice Chay con una voz llena de adoración que hace que el corazón de Kim se derrita y que su cuerpo arda en llamas de un poder desconocido.

—Ya habíamos decidido que tú eres quien es hermoso en esta relación— dice Kim con toda seriedad y Chay rompe a reír con algo de timidez.

—Jamás tuvimos esa charla— dice Chay—. No que yo sepa.

—La tuvimos, yo solo soy un chico común pero tú, tú eres un ángel— dice Kim y acaricia el rostro de Chay—. Solo mírate, tan lindo, tan fuerte, tan lleno de luz... dios, me acabo de enamorar de ti otra vez lo cual no es posible porque he estado enamorado de ti desde, ya sabes, nuestra otra vida y quizá en esta, yo ya vivía enamorado de ti sin conocerte.