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La carcajada de Macau resuena en sus oídos, pero hay tanto dolor en las manos de Kim que nada en el mundo parece tener sentido. A su lado, Chay se deja caer sobre el suelo y los sollozos convulsionan su cuerpo delgado. Y aun en medio del dolor, Kim quisiera acercarse a él para reconfortarlo, pero no le es posible. Todo duele, todo duele demasiado.

—¡Oh dios, esto es una maravilla! — grita Macau quien tiene que abrazar su estomago para contener sus carcajadas—. Papá hubiera amado verte así, Kim, papá estaría orgulloso de mí.

—Kim, oh Kim, perdóname— dice Chay y se acerca a él gateando sobre el suelo, el traje de cirujano que viste está ahora lleno de sangre.

—Estoy... estoy bien...— dice Kim

Pero no lo está, nada está bien y Kim se pregunta si es estúpido seguir esperando que alguien llegue porque los segundos siguen pasando y todo sigue igual. Macau seguirá haciéndole daño. Macau le arrebatará la vida frente a Chay y la maldición volverá a repetirse y Kim tendrá que morir de nuevo sabiendo que nada tiene remedio y que, si en otra vida vuelve a encontrarse con Chay, de nada servirá porque la maldición es irrompible, la maldición solo terminará cuando esta tierra sea destruida también.

Y Kim desearía ser más fuerte pero ahora no puede hacer nada, ni siquiera seguir el curso natural del ciclo porque esta vez no podrá terminar con ese ser lleno de maldad que sigue riendo frente a él y su amado. Los brazos de Porchay se enredan alrededor de él, su dulce aroma se mezcla con el de la sangre y todo es tan horrible. Morirá otra vez, puede ver ese deseo de muerte en los ojos de su primo cuya sed de venganza jamás estará saciada. Macau quiere terminar con la tarea que su padre dejó inconclusa. Macau terminará con él y si nadie lo detiene, irá detrás de Kinn y de Khun y Kim no cree poder cargar con la culpa de la muerte de sus hermanos mayores también.

—Levántate, Chay, no hemos terminado— dice Macau mientras limpia las lágrimas de risa que caen por sus mejillas—. Quiero que repitas lo que acabas de hacer, hazlo una y otra vez hasta que Kim pierda el conocimiento o hasta que vuelva a aullar de dolor. Es tan satisfactorio, vamos.

—¡No!— grita Chay y la sonrisa se borra de los labios de Macau.

—No estoy pidiendo tu opinión, tienes que hacerlo— dice Macau acercándose a ellos y Kim siente cómo los brazos de Porchay se aprietan a su alrededor como si estuviera dispuesto a recibir cualquier cosa que Macau quiera hacerle en su lugar.

—Ángel, por favor...— susurra Kim sintiendo que su corazón se hiela ante la sola idea de que Macau ponga un dedo sobre él—. Por favor, obedécelo, puedo soportarlo.

—No, no haré eso de nuevo— dice Chay con firmeza—. No te haré daño, no quiero hacerte sufrir.

—Porchay, por favor, ángel...— susurra Kim con voz temblorosa.

—Estoy harto de los dos, amigo mío— dice Macau y se acerca para tomar a Porchay del brazo con fuerza excesiva.

Porchay suelta un grito enojado y empuja a Macau con fuerza, Kim mira como Chay vuelve a acercarse a él pero Macau lo toma del cabello y Chay grita de nuevo y Kim siente que muere cuando el grito de dolor escapa de los labios de su amado. Y Kim no sabe cómo es posible, pero se levanta del suelo y mira a los ojos a su primo quien no suelta a Chay.

—Haz lo que digo o morirás también— dice Macau y lanza a Porchay al suelo—. Toda mi vida tuve que soportar que nadie hiciera lo que yo pedía, pero se acabó, ¿entiendes? Haz lo que digo ahora y deja de poner a prueba mi paciencia. No me queda demasiada, ¡hazlo!

—¿Por qué no lo haces tú? — pregunta Kim apenas sosteniéndose en pie, pero dispuesto a alejar a Macau de Chay—. ¿No crees que sería más satisfactorio?

SamsaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora