Samsara

IV.

La noche ha caído desde hace un rato pero Kim parece no darse cuenta. Sus ojos siguen puestos en Porchay quien sigue hablando con emoción acerca de cómo fue que consiguió su primer piano. Kim ha tenido que escuchar muchas anécdotas como esa a lo largo de la tarde pero no está aburrido o molesto y no le ha dedicado ni una sola mirada al reloj de oro que cuelga en su muñeca. Se siente cómodo, incluso divertido. Escuchar a Porchay hace que su mente deje de pensar y analizar todo como siempre hace. Se siente bien, se siente tranquilo. Kim sospecha que podría quedarse ahí diez horas más.

—Pero si Porsche tenía que pagar su último semestre de la facultad de negocios y tu tío había apostado los ahorros de tu hermano, ¿cómo lograron comprar un piano para ti?— pregunta Kim con verdadero interés y Porchay ríe con un dejo de travesura.

—La ex jefa de Porsche y yo hicimos una colecta— dice Porchay sin dejar de sonreír—. Ella le tenía mucho aprecio a Hia porque dice que su bar empezó a ser concurrido debido a que mi hermano es muy guapo. La barra del bar siempre solía estar llena si era Hia quien estaba sirviendo las bebidas.

—¿Y con la colecta fue suficiente?— pregunta Kim de verdad sorprendido porque él jamás ha tenido que pasar por carencias de ese tipo.

—Tuve donaciones muy generosas, yo también soy guapo— dice Porchay riendo alegremente y Kim asiente totalmente de acuerdo porque sí, Porchay también es muy guapo.

—Así que sedujiste a chicas lindas para poder comprar tu piano— dice Kim haciendo que Porchay se sonroje de forma adorable—. No eres tan inocente como pensaba.

—P'Kim, cuando eres pobre debes aprovechar cada oportunidad— dice Chay de forma sabia—. Yo no diría que seduje chicas lindas pero la ex jefa de Hia me pidió cantar una noche. Además del piano también soy bueno con la guitarra acústica así que compuse una canción linda y bueno, eso les gustó. Aquella noche recaudamos una suma bastante importante de dinero, por supuesto, no compré un piano como los que tenemos en el conservatorio pero eso fue suficiente para comenzar. Hia estaba muy orgulloso de mí y yo también lo estaba porque siempre he querido ayudarlo pero él no me deja. Hia dice que soy demasiado especial como para preocuparme por algo que no sea la música.

—Tu hermano tiene razón, Chay, tu música es especial de verdad — dice Kim mientras sonríe de forma orgullosa también porque el chico delante de él es, bueno, Kim ni siquiera podría describirlo.

Chay es tan fuerte porque cualquier otra persona se habría rendido de tener que pasar todas esas carencias y dificultades con las que el chico ha tenido que vivir desde que era niño. Es sumamente interesante porque Kim ha escuchado prácticamente la historia de su vida y sigue pensando que necesita saber más. Es agradable porque no exige que Kim hable de él, al menos no demasiado, y Kim de hecho le ha contado cosas de sí mismo de forma natural porque Porchay parece una persona confiable.

—Sigues exagerando— dice Chay y el viento cálido de la tarde agita su cabello y lleva ese perfume floral que emana su cuerpo hacia la nariz de Kim quien sonríe de nuevo dándose cuenta de que esa tarde ha sonreído más de lo que probablemente lo ha hecho durante toda su vida.

Es en ese momento cuando su teléfono suena y el encantamiento que parecía haber caído sobre él y sobre Porchay en medio de aquel jardín donde la tarde ha pasado demasiado rápido, parece romperse y Kim vuelve a la realidad con desgana. El chico vuelve a su estado serio y la sonrisa de Chay también se borra de sus labios y Kim tiene ganas de ahorcar a quien sea que haya interrumpido su conversación.

—El señor Tankhun quiere saber si llegará a casa puesto que él, el señor Anakinn y el señor Top han cenado ya— dice Big con aire ceremonial del otro lado de la línea.