Emisaria de la Diosa del mal.

La Verdadera Rika.

Autor.

¡Nuevo capítulo!

Perdón por la demora, sé que prometí continuarla, pero al parecer hay una maldición sobre esta historia que causa qué pasen cosas cada que quiero continuarla.

Aún así, espero la disfruten.

Un desastre en la sala, cuerpos cercenados o simplemente muertos, pero pese a ello, abundaba una desconcertante sensación de calma que no hacía más que acrecentar aún con los sollozos de Rika.

—Eso fue aterrador.

—Tranquila, está bien, todo está bien ahora —Eris la abrazó y Jazmín corrió a auxiliarla.

Yo me levanté con dificultad y miré desde el balcón todo el desastre abajo.

—¿Esto puede considerarse una victoria? — había quedaban golems en pie, guerreros, magos o zombies abajo, solo muerte.

—Definitivamente —Eris sonrió amargamente —Rika, lamento hacer esto cuando acabas de pasar por algo tan... raro, pero debo besarte ¿Está bien?

Rika lo pensó un momento antes de asentir con pena.

—Si... si es necesario...

Eris besó besó a la rubia, dándole poder para que pudiera usar magua, aunque aún no entendí para qué.

Rika bajó y extendió sus manos sobre el cadáver de Shira, ¿la cremaría tal vez?

Sería lo mejor, aunque desvié la mirada con dolor, no podía ver, no hasta que escuché el nombre de su hechizo.

[Resurrección]

¿Qué?

Shira se levantó ante mi mirada de sorpresa y sin prestarme atención, Rika fue hacia Rin, que yacía junto a la confundida seguidora que acababa de revivir.

Luego, aguantando las náuseas, Rika comenzó a buscar entre los cadáveres desmembrados hasta encontrar a Reila y Marco.

Suspiró, puso un collar de esclavitud sobre el cadáver de Reila y la resucitó junto a su compañero. Fue bastante precavida pese a ser tan timorata últimamente.

Se levantaron, aspirando una gran bocanada de aire, como si los hubieran salvado de ahogarse.

—Lanza tu hechizo para quitarme la maldición, por favor —pidió Rika. Así que era eso.

Rin y Eris se acercaron a ella con rostros de duda.

—¿Estás segura? dejarás de lado tu felicidad y tu sueño.

Ella sonrió entre lágrimas.

—Lo estoy, yo... no puedo ayudar como lo hacia la otra Rika y... no podría estar feliz dejándole a todos enfrentar a esta clase de problemas sin ayuda.

—¿Estás segura? —Rin y Eris querían negarse, pero lamentablemente les quedó claro después de esta situación que la necesitaban.

Rika comenzó a llorar, al final tendría que despedirse de la felicidad que le traía este estado... tal vez ella tenía peor suerte que yo.

—Yo... no seré útil para ustedes, solo las haré sufrir y no quiero eso, de verdad me gustaría quedarme, pero no soy la Rika que ustedes necesitan.

Contra mis expectativas, Jazmín fue quién interrumpió.

—No tienes que hacerlo, finalmente entendí toda la carga que poníamos sobre ti y si eso te hace feliz, creo que podremos arreglarnos aún si no vuelves a ser ser quién eras.