Uniéndose A La Caravana

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Autor.

Bueno, no llegamos a los cuarenta votos, pero fue un buen intento; aquí está el capítulo!

Disfruten y denme su amor.

:3

No olviden comentar y votar, eso me ayudaría mucho.

Cabeza tras cabeza caía por mi espada. Las ratas se retiraron y al ver que los zombies estaban cayendo, los guardias y mercenarios de la caravana, se armaron de valor y comenzaron a ayudar; algunos murieron en el proceso, pero pronto los zombies cesaron gracias a mis llamas carmesí.

Al terminar el trabajo, un hombre de aspecto elegante y una barriga presumiblemente llena, se acercó complacido por mi ayuda.

—Saludos, viajera, en nombre de la alianza comercial de centuria, permitame agradecerle por tenernos su mano en un momento de... ¿Qué hace? —el sujeto se distrajo al verme llevar a mi inventario las cabezas de algunos zombies que no fueron quemados.

Sin prestarle mucha atención, saqué una pila de papeles de una morralera en mi cintura y se la entregué para continuar mi trabajo; no tenía caso gastar mis espacios para guardar tal cosa.

—Estos hombres tienen recompensa ¿Cómo se convirtieron en zombies? —preguntó sorprendido.

Me encogí de hombros.

—Sólo hago mi trabajo.

—El gremio tiene que saber esto.

—Lo que digas.

Dada mi actitud, el comerciante no desconfiaba de mí por no pedir recompensa, ésto era porque creía que yo únicamente estaba allí para cazar a esos chicos. Desde su punto de vista ellos no me debían nada, simplemente se encontraban en el lugar equivocado y si yo pedía remuneración por mi servicio, todo lo que tendría que hacer era decir "quédate con las cabezas de los que matamos nosotros". Simple lógica de comercio.

—Esto es terrible —un hombre de aspecto algo más austero que el gordo, se acercó alarmado—. Una quinta parte de los mercenarios que contratamos están muertos y otros tantos resultaron heridos. Debemos regresar.

Sonreí internamente.

—No podemos hacer eso; ya nos alejamos demasiado. Su regresamos, tendríamos que reabastecer los alimentos, cambiar a las monturas, pagarle a los mercenarios y contratar nuevos. Las pérdidas serán enormes.

—Pero señor, no podemos continuar el viaje así.

—Vamos, Eris —fingí desinterés al terminar de guardar las cabezas de los zombies y comencé a alejarme con la demonio a mis espaldas.

—¡Espera!

—¿Me hablas a mí? —me giré con desconcierto al escuchar al gordo.

—Tú y tu esclava son bastante fuertes —como buen comerciante, no iba a dejar pasar una oportunidad.

—Ajá.

—¿Te gustaría trabajar para nosotros?

—¿Qué tendría que hacer?

—Proteger la caravana en el camino hacia ciudad Brown.

—No lo sé; ya tengo mis planes y eso me retrasaría —no iba a aceptar de buenas a primeras.

—Se te pagarán seis monedas de plata.

—Olvídalo; valgo más que eso y además, tengo otra compañera esperándome —hacerse la difícil con mis habilidades de encantó era muy sencillo.

Emisaria de la Diosa del mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora