Capítulo 37: La Caída De Una Diosa

1.2K 114 43
                                    

Autor.

Una disculpa por tardar tanto en publicar; quienes me siguen desde hace tiempo, saben que tengo depresión y en ocasiones me cuesta seguir el hilo de las cosas. Fui afectado el último mes, pero ya todo está bien. Disfruten el capítulo y dejen muchos comentarios n.n

Todo era confuso; tras terminar nuestra misión en la tierra, Rose envió un portal que debería llevarnos de vuelta a su templo principal, pero en lugar de ello, terminamos en sus dominios.

—Bienvenidas, las esperaba —ella actuaba casual, vistiendo un vestido púrpura combinado con su cabello y ojos.

—¿Rose?

—Sorprendida de ver a la Diosa de tu ¿adoración?

Al escucharnos, Jazmín entró en pánico y se postró en el suelo, tomando una postura totalmente sumisa.

—¡Mi Diosa! es un honor... ¡No! Es un privilegio tenerla enfrente —la adoración que sentía hacia Rose era probablemente tan genuina como su lealtad hacia mí.

—Que linda —Rose se agachó a acariciar la cabeza de Jazmín y luego me miró—. ¿Tú no te arrodilla?

—¿Te habría conocido si fuera el tipo de persona que se arrodilla? —respondí irónica.

—No realmente, no serias tan divertida —devolvió entre risas antes de caminar hacia mi para tomarme de la cintura y besarme sin previo aviso... Luego de sentó en la espalda de la postrada Jazmín.

—Oye, no deberías hacer eso —mencioné con algo de preocupación por mi compañera.

—Tonterías, no le molesta —aseguró Rose mientras acariciaba y palmeaba el trasero de Jazmín por debajo de su falda—. ¿Verdad?

—¡En absoluto! ¡Es un honor ser tocada por mi adorada Diosa!

—Me dijo adorada —reaccionó divertida—. Deberías aprender algo de ella.

—Jódete.

Mi reacción le provocó risa mientras seguía admirando el turgente trasero de Jazmín.

—La haz entrenado bien —Rose hizo a un lado las bragas de Jazmín e insertó dos dedos en su vagina, haciéndola gemir de alegría.

—Como sea ¿por qué nos trajiste aquí? —continué ignorando lo que pasaba frente a mí.

Rose lamió sus dedos antes de dar una fuerte nalgada a Jazmín para enfatizar su explicación.

—Porque cierta señorita llamó demasiado la atención con su asesinato, así que la única manera de evitar que otros dioses las ubicaran o interfirieran al momento de mandarlas a su mundo, era traerlas aquí primero.

—Espera... —mencioné confundida—. Yo no asesiné a nadie esta vez.

—No hablo de ti, princesa —Rose bajó la mirada hacia Jazmín, quien temblaba con nerviosismo y se levantó—. ¿Por qué no le explicas a Rika lo sucedido?

Fuera del hecho de que la maldita Rose me llamó princesa, decidí ceñirme al punto.

—Yo... —desde el suelo, Jazmín levantó la cabeza con lágrimas escurriendo de sus mejillas.

—Levántate —ordené.

—Pero...

—Levántate —mi actitud era fría, pues para mí, un pecado más grande que asesinar era ocultarme las cosas.

Ella obedeció con miedo, no se atrevía a verme a los ojos.

—Lo siento mucho, Rika, yo...

Y dejé ir la ira mientras unía las piezas; el miedo que la hice sentir fue suficiente castigo.

Emisaria de la Diosa del mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora