La Seguidora Misteriosa

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Mis planes de ser complacida por Jazmín, fueron interrumpidos por un extraño visitante, así que simplemente me levanté y abrí la puerta de la entrada, pese a que Jazmín seguía desnuda.

—¡Espera, Rika! —ella corrió a esconderse bajo las sábanas mientras yo atendía.

—¿Si?

—Hola, yo... —se trataba del mago que salvé de los zombies, quien quedó mudo al ver mi atuendo transparente.

Tosí un poco para recuperar su atención, haciendo que subiera la vista.

—¿Qué se te ofrece?

—Hola, vengo a agradecerte por salvarme antes —expuso con rigidez al percatarse de su comportamiento anterior.

—No es nada, buenas noches —me di la vuelta y dejé caer la cortina de la tienda esperando que se fuera.

—Yo... —pero insistió—. Escuché que no irías a cenar con él resto, así que te traje algo de alimento; está incluido en tu contrato —enseguida, levantó una pequeña canasta para ofecermela.

—Gracias —la tomé de forma descuidada y la llevé hasta una mesita que fue dejada en el lugar antes de regresar con él—. Buenas noches.

—También...

Ya estaba comenzando a fastidiarme. Me dio las gracias y la comida ¿qué más quiere?

—¿Si? —pregunté con mi mejor y más fingida sonrisa mientras esperaba que se fuera.

—Te traje esto como agradecimiento —de su bolsa, sacó un collar de plata con un grabado de media luna—. Es el emblema de mi familia; si vas a la cede de comercio de Centuria en busca de algo, te apoyarán en todo lo posible sólo por llevar puesto este collar.

—Muchas gracias, no era necesario —asentí humilde esperando su partida y arrojé casualmente el collar a mi inventario.

—¿Cómo hiciste eso? —el chico se sorprendió al ver el collar desaparecer en el aire.

—Magia espacial.

—Imposible —me sorprendió ver sus ojos abriéndose de par en par por algo además de mis pechos

—¿Tiene algo de raro? —no entendía la razón de su estupor. Aún cuando la magia espacial fuera algo inusual, seguía siendo magia.

—Los magos espaciales son en extremo escasos; sólo algunos enviados por los dioses y aún menos mortales pueden usarla.

Ahora de verdad había llamado mi atención, de modo que lo invité a pasar y tras colocar dos sillas una frente a otra, nos sentamos a charlar.

Él comenzó a explicar con gusto sin poder evitar dar miradas poco discretas a mi cuerpo. No lo culpo, soy bellísima y al usar un vestido prácticamente trasparente, decir que no mire sería como decirle a un bebé que no llore.

La charla duró apenas media hora. Gracias a él, me enteré de que no es un secreto los dioses envían personas a este mundo; en realidad es algo muy común y cada una de esas personas suele destacar en el ámbito para el que fue enviada. Ya sea guerra, agricultura, arte, arquitectura, economía o lo que fuera, los enviados destacaban en ello simplemente por recibir la bendición divina de los dioses; sin embargo, sólo suelen recibir uno y muy rara vez dos talentos por persona.

Si bien, esa información ni era ningún secreto, tampoco era de dominio público, razón por la que Persi no lo sabía. Para resumir, ésta era información que sólo las familias con un grado medio de cultura conocían.

También averigüé que los enviados son un recurso muy valioso para cualquier nación, y a cambio de sus servicios, los templos de los que vienen suelen recibir generosas donaciones.

Emisaria de la Diosa del mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora