Capítulo 50: Robando

476 74 26
                                    

—Come chocolate, toma lo que puedas 🎶🎶🎶

Come chocolate, toma lo brillante 🎶🎶 —

Tras contarle el plan a Ivy, la nueva miembro de mi templo, seguí mi camino y me dispuse a robar felizmente la casa de subastas, tomando las cosas de valor en grandes bolsas para después arrijarlas a mi inventario. Aunque, bueno, antes de hacerlo, tuve que acordar un lugar con las chicas y darles todo el contenido de este.

Ahor a tenía varios espacios disponibles, de modo que ni oro ni joyas, ni siquiera pieles se salvaban. Incluso el alfombrado pasó por mi vista.

—Come chocolate, toma lo que puedas 🎶 🎶 🎶 —incluso me habían dado ganas de cantar, lo cual era extraño.

[Habilidad: Canto lvl 1. Adquirida]

Tomé lo que encontré hasta que en mi inventario solo quedó espacio para mis prendas y regresé a mi celda a desnudarme, pues no podía arriesgarme a estar mucho tiempo fuera y que alguien lo notara. No podía permitirme arruinar el plan por un descuido; ya tuve muchos últimamente y lo peor es que ahora todo dependía de mí.

Las personas no parecían pensar más allá de lo que les decía, sobre todo Jazmín, así que si algo pasaba, sería mi culpa... Necesitaba arreglar eso de algún modo..

Aún así no tenía tiempo de pensar en algo; me estaba preguntando hasta el cansancio si mi pereza me hizo olvidar algo, pero no logré ver algo que me faltara, así que tuve que suponer que no.

Eso de desconfiar de mí era muy molesto.

Afortunadamente, pude regresar a tiempo, pues Krueger llegó a la celda justo después para revisar que no me hubiera dañado.

—¿Cómo te encuentras? Querida.

—Seré vendida como esclava al mejor postor —expresé con molestia—. Tú dime.

—Vamos, no será tan malo; no conozco a nadie tan estúpido como para dañar un producto de tan alta calidad sólo por diversión; te irá bien... Incluso estoy un poco celoso —el sujeto se reía mientras repasaba mi cuerpo con sus manos en busca de cualquier rasguño.

—Más te vale que no sea así, pendejo —amenacé con firmeza—. Porque si me va tan bien como quiero, regresaré por ti cabeza.

—Lo que digas, cariño, sólo asegúrate de dormir un poco —el sujeto no me tomaba nada enserio. Mal por él—. Mañana es el gran día y no queremos que tu belleza se vea opacada o disminuida por el insomnio.

—Jódete.

Me ignoró hasta que le tocó revisar uno de mis muslos.

—Dime, ¿dónde está tu Diosa ahora?

—La vas a conocer, pendejo.

—Que boca tan sucia —finalmente me soltó y se retiró satisfecho.

—Ya veremos quien será el esclavo cuando esto termine —dije entre mí y me tiré a la paja.

A falta de algo más que hacer, me tiré a dormir en la paja hasta que llegó la mañana, que fue cuando me vistieron con un extraño bikini de color blanco. Era de una pieza y cubría mis pechos por el centro, formando una cruz mientras se unía a un taparrabos sujeto en mis caderas; un movimiento brusco y podrían ver mi vagina, pero supongo que ese era el chiste de esto. Incluso me pudieron un velón que cubría mi frente y el resto de mi rostro.

—¿Y esto? —pregunté con extrañeza.

—Barush me dio una gran idea para aumentar el precio de los esclavos más hermosos —fue la respuesta de Krueger.

Emisaria de la Diosa del mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora