Capítulo 44: Shira

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Acepté ver a los esclavos guiada por Barush más por pasar el rato que por interés, no esperaba encontrar algo que valiera la pena y tener otra boca que alimentar era estúpido; realmente nada allí me llamaba mi atención... O eso creí

[Nombre: Shira.
Edad: 25 años.
Nivel: 12
Títulos: Seguidora alta de la Diosa del Mal /Calamidad andante /Hermana mayor /Genio /Loca lujuriosa.

Maga de artefactos]

Una Seguidora de Rose...

—¿Qué es una maga de artefactos? —pregunté para mí, pero la chica pareció escucharme.

—¿Cómo...? No importa ¿podrías sacarme de aquí? Tengo frío.

Barush sólo me observaba para averiguar mi reacción; si yo llegaba a ponerme violenta o molesta, él tendría una excusa para capturarme y seguramente venderme como una esclava de clase alta.

La ignoré con apatía y continué mi camino, cosa que pareció preocuparla.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Liberame! ¡Los seguidores de Rose debemos estar unidos!

No le hice caso y seguí contándole a Barush sobre mejores y más llamativas formas de vender esclavos mientras de vez en cuando preguntaba al azar por el precio de algunos. La mayoría de los humanos no rebasaban las tres monedas de oro.

—¿Qué hay allí? —pregunté al llegar al final de los carros de esclavos; tras cruzar los como si fuesen andenes, llegamos hacia uno completamente cerrado, no con una gruesa cortina de manta como los demás, si no con una resistente puerta de acero.

—Una criatura reservada para la casa de subastas en Vermillion.

—¿Puedo verla?

—Me temo que no —el gordo movió la cabeza y las manos para enfatizar—. Tenemos órdenes de mantenerla oculta de todos.

—¿Nadie la ha visto en todo el viaje? —fruncí el ceño con curiosidad.

—Nadie, ni siquiera yo.

—¿Entonces cómo saben que está allí?

—Porque... —el gordo tropezó con sus palabras y abrió una pequeña rejilla en la puerta para asomarse.

Tras mirar unos segundos, cerró deprisa y un fuerte golpe se escuchó en la puerta, haciendo temblar el callo.

—Está allí —respondió nervioso.

—No me digas... Espero participar en la subasta.

—Sería muy difícil —se rió en respuesta—. Habrá muchos nobles y poderes religiosos en ella; además, tendrías que vender cinco armas como las de antes sólo para conseguir el dinero necesario para reclamar cualquier derecho a participar —explicó llevándome por el camino de regreso. Debía causarle muchos nervios estar cerca de la prisión de aquella criatura.

Me provocaba mucha curiosidad.

Fingí desánimo por su explicación.

—Entiendo... —y al pasar nuevamente junto a la chica de antes, fingí recordar—. Te daré cuatro monedas de oro por ella.

—¿Sólo eso valgo? —¿enserio protestó? ¿Es idiota o qué?

Yo la ignoré antes para averiguar el precio adecuado por los esclavos y evitar ser estafada, pero ella enserio lo estaba arruinando. Casi me daban ganas de dejarla aquí.

¿Cómo es que tenía el título de genio?

—Ella cuesta diez monedas de oro —la reacción de Barush fue de esperarse.

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