Capítulo 12: Noche De Chicas.

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—Wow, esos suenan como malos compañeros —tras escuchar la historia de Erika, tuve que fingir algo de empatía; realmente no era mi problema, pero obtener información valía la pena.

—Si, necesito un trago —expresó levantando la cabeza hacia arriba con tristeza—. Pero tuve que pagar muchas cosas que pagar y no solo no me queda dinero, si no que ahora estoy endeudada…

Incluso tuve que recurrir a esta clase de lugar para bañarme —sin duda sus desventuras de debían a sus once míseros puntos de suerte; me recordó a los dramas por los que tuve que pasar debido a la misma causa cuando llegué a este mundo.

—Yo puedo invitarte a beber —pero era mi oportunidad de acercarme para conseguir información.

—¿Hablas enserio? —respondió emocionada antes de recordar guardar la compostura—. Es decir, no gracias.

—Haste la dificil antes de aceptar, no después —mencioné cómo una broma.

—Lo siento.

—Bueno, me iré a vestir; te espero afuera.

Estaba por salir, pero recordé algo que tenía que verificar a toda costa.

—Oh sí, la marca de tu espalda es…

—Ah, esto es la marca de mí culto —explicó levantándose sin pudor y mostrandome la espalda.

Mientras trataba de levantar la mirada de su redondeado y firme trasero, pude observar una extraña energía emanando de la marca. Como lo sospeché, las marcas hechas por los dioses emitían su propia energía; la única razón por la que ella no se dio cuenta de la mía, era posiblemente porque mis piernas estaban bajo él agua, lo cual me ponía en un dilema; no debía dejar que la viera o podría terminar por atacarme, pero no debía ocultarla tampoco.

—Se vé muy llamativa —mencioné mientras pensaba en algo.

—Sí, yo quería algo más pequeño, pero ese dios rojo hace lo que quiere y ahora no debo cubrir mi espalda si no quiero ser acusada de herejía por mi culto.

—Suena muy problemático.

—Lo es ¿tienes idea de lo peligroso que es ir al campo de batalla con la espalda descubierta?

—Parece bastante inseguro a menos que quieras una flecha clavada allí atrás.

—Lo es —reaccionó deprimida mientras nuevamente se dejaba caer al agua.

—Al menos tienes algo de ventilación —traté de no sonar indiferente aunque en realidad no me importaba y salí del agua dándole la espalda—. Bueno, iré por mi amiga y te veré afuera.

Ahora debía irme sin llamar la atención.

—Te acompañaré.

—Ammm, no es necesario; necesito dos minutos de ventaja para convencerla —expresé buscando excusas.

—Entiendo.

Luego de pasar por Jazmín, quien se encontraba en una esquina de la piscina, le expliqué el cambio de planes, para después ponerme mi vestido élfico en los vestidores.

—¿El mismo vestido de antes? —preguntó con extrañeza. Probablemente una niña rica cómo ella no usaría él mismo vestido luego del baño.

—No tengo otra cosa… bueno sí, pero… —le mostré el vestido transparente de rose.

—¿En serio usted usa eso?

—A veces —me encogí de hombros—. De hecho, es el conjunto de la ropa interior que llevaba antes; necesito comprar más, pero no quiero nada que cubra mi pierna.

Emisaria de la Diosa del mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora