Capítulo 16: Guerra advertida no mata Soldado.

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Percy Jackson, pertenece a Rick Riordan.


La Nueva Luz del Olimpo.

Sabiendo ya, que el Campamento sería atacado por monstruos y (especialmente) toros de Cólquida, fue que los hijos e hijas de Hefesto, construyeron bastantes armas, para hacerles frente: Cañones de balas de Bronce Celestial explosivo; ballestas colosales con flechas igualmente colosales que al golpear al enemigo liberarían un ácido muy corrosivo.

Se crearon fosas llenas de lanzas.

Todos se armaron y usaron los carros, para recorrer las fronteras del Campamento y protegerlo.

Las Ninfas desde los árboles, empuñando arcos con nuevas flechas y los hijos de Apolo desde tierra firme con arcos listos.

Nosotros: los hijos de Poseidón, creamos un enorme perímetro de lodazal, que (en teoría) tendría que actuar como arenas movedizas.

Los hijos e hijas de Deméter, llenaron el perímetro cercano a nuestras arenas movedizas, de hiedra venenosa, pues no serían solo los Toros de Cólquida, los que atacarían el Campamento, sino seres sintientes de piel tan suave como la humana, lo cual daría paso a un sarpullido del enemigo, lo cual nos permitiría contraatacar, cuando se distrajeran por el ardor y sarpullido.

Los hijos de Zeus, si bien estaban confundidos, por los extraños experimentos en los que los hijos e hijas de Hefesto y Atenea, trabajaban; aun así, crearon esferas de relámpagos, que fueron dejados en el interior de esferas de metal y cristal. Quizás querrían hacer granadas, pues también tenían esferas con fuego griego.

Entonces, dos días de planes después, llegó el momento del ataque:

— ¡PATRULLA FRONTERIZA A MÍ! —Ordenó Clarisse, cuando los Toros de Cólquidia, aparecieron y al verla, bufaron, corriendo hacia ella y su grupo. Su velocidad y peso, nos sirvió a nosotros, pues se hundieron en las profundas arenas movedizas y solo podrían atacar a los hijos de Ares, con el fuego de bufaban...

Pero para eso, estábamos nosotros cuatro allí: Los hijos de Poseidón, comandando las aguas marinas, para que actuaran como un escudo, contra las llamas nasales de los Toros.

Clarisse se impulsó, usando mi hombro y con un grito de guerra, siendo rodeada por un aura escarlata, clavó su lanza, en la cabeza del Toro, entre las esquirlas de bronce, dándole en un punto débil. Saltó, justo cuando los hijos de Zeus (incluida Thalía) lanzaron rayos desde las nubes de tormenta, que se formaron en instantes, contra los monstruos en tierra firme.

Los toros bufaron, mugieron, movieron sus patas y cabezas con velocidad y fuerza, hasta acabar explotando.

Los guerreros, todos nosotros, lanzamos celebraciones a los cielos y marchamos contra los otros monstruos, tales como Dracaenas, Aves dispara plumas, escorpiones gigantes y Mirmekes.

Tan larga fue la batalla, que nos llevó desde la mañana, hasta el atardecer de aquel mismo día. — ¡VICTORIA! —Gritamos Thalía y yo, antes de mirarnos, sonreírnos y besarnos con pasión, frente a todos.

Nada mal para una tanda bastante gruesa de monstruos, seguramente enviados por Damian White y el cabrón del abuelo.

Estábamos listos para sobrevivir.

Entonces, un mensaje Iris apareció: Luke, Annabeth y Alice necesitaban ayuda, pues después de lograr engañar a Polifemo y robar el Vellocino de Oro, fueron capturados por Damian y sus seguidores en el barco: El Amanecer de la Plaga, estando los Lestrigones a cargo de vigilarlos y (obviamente) los iban a devorar.

Me bastó con concentrarme en Luke y Annabeth (pues no conocía muy bien a Alice de mi vida pasada, ni de esta vida), para conocer su ubicación exacta. —Estamos saliendo de inmediato, para ayudarlos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —dijo Luke, tratando de mantener la calma.

— ¡Apresúrense! —rogaron Annabeth y Alice, mientras el mensaje desaparecía ante mis ojos y de los demás campistas.

Una mano se posó en mi hombro, era mi hermano Anthony, viniendo acompañado por Gabriel, quien vendría con nosotros. Anthony era el sobreprotector, mientras que Gabriel era uno de los mejores esgrimistas del Campamento e hijo. —Iremos juntos, para salvar a esos tres y traer el vellocino, Penny.

Yo le sonreí a mi hermano mayor y asentí. Una parte de mi mente, me dijo que tenía que arreglar mi maleta de viaje. —Avisaré a Clary. Llevaría a Thalía, pero no creo que esa sea la mejor idea. A saber, lo que papá podría hacerle —se escuchó un trueno, mientras que yo solo sonreía descaradamente.

Anthony y Gabriel no tardaron nada en empacar sus cosas. Yo empaqué mi maleta y me coloqué mi armadura, tratando casi desesperadamente de no volverme nada las uñas. Los escuché, mientras oraban a nuestro padre, para que nos enviara un barco y así poder zarpar y salvarles las vidas a los hijos de Hermes y la hija de su sobrina: «Padre: necesitamos un barco veloz, nos dirigimos al mar de los monstruos y si te haces el sordo y no nos ayudas, entonces te enviaremos con lady Anfitrite»

El barco pirata y en perfectas condiciones, surgió desde las profundidades, haciéndome recordar a la forma en la cual los alumnos de Durmstrang llegaron a Hogwarts, para el cuarto libro de Harry Potter, teniéndome sonriendo como loca, tan pronto como subí al barco.

— ¿Cómo dices que dijiste? —preguntó Thalía, confundida por mi emoción. Aunque no era la única.

—Este barco cuenta con 40 cañones: ¡habiendo siendo capturado y capitaneado por John Cook y Edward Davis, este barco pirata allanó varias ciudades y barcos españoles en América del Sur en la segunda mitad del siglo XVII! —expliqué, mientras subía al barco, emocionada. Mi hermano Gabriel, tomó el timón del barco, en cuanto le fue posible subir. Se aseguró por última vez de que todos estuviéramos dentro y entonces allí sí zarpábamos.

Entonces, vimos un barco a lo lejos y empuñamos nuestras armas. Mi amada Clarisse se paró a mi derecha, mientras que Thalía se paraba a mi izquierda, sentí la presencia de Anthony detrás de mí y él fue quien habló. — ¡Lo tenemos frente a nosotros, Gabriel!

— ¡¿Es White?! —preguntó Gabriel. Mi amada cara de pino, le dio una mirada de muy pocos amigos.

—Claro que es él —gruñó ella. —prepara los cañones, creo que tendremos una batalla naval.

—Luke, Annie y Alice, están abordo —dije yo. —Ya tendrá el Vellocino.

—En ese caso: hay que asaltarlos —dijo Clary, abrazándome por el hombro.


Capítulo 17: Encuentro cercano con el Amanecer de la Plaga.

La Nueva Luz del Olimpo (Percy Jackson x Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora