Capítulo 20: La Isla de Polifemo.

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Percy Jackson, pertenece a Rick Riordan.


La Nueva Luz del Olimpo.

Sorteamos la isla de las sirenas, rápidamente y mi loco hermano (Oliver), quien iba navegando, habló por el Walkie-Talkie. — ¡Anthony, Gabriel, abran fuego a estribor a discreción! —Thalía, Annabeth, Ben y yo, nos tapamos la cara de la vergüenza, al ver a Luke y Clarisse, sonriendo mientras convertíamos la isla de las sirenas en una pesadilla y seguíamos nuestro camino.

—Démonos prisa —pedí, volviendo a la proa y cruzándome de brazos, como toda una capitana pirata —quiero estar allí, para oponerme en la boda de Grover (y tomar un par de fotos) —y todos lanzamos risas, ante eso.


Si piensas en la «isla del monstruo», te imaginas un montón de rocas escarpadas y huesos esparcidos por la playa.

Pero la isla del cíclope no tenía nada de eso. Sí, vale, había un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Venía a ser lo mismo que poner una valla publicitaria que advirtiese: «Algo maligno vive aquí.» Pero el lugar, aparte de eso, parecía una postal caribeña. Tenía prados verdes, árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima. Mientras navegábamos hacia la orilla, Annabeth inspiró profundamente aquel aire perfumado. —El Vellocino de Oro —dijo.

Asentí. No lo veía aún, pero percibía su poder. Ahora sí podía creer que el Vellocino era capaz de curar cualquier cosa, incluso las Salvaguardas del Campamento. —Morirá la isla, ¿verdad?

Thalía asintió. —Perderá su exuberancia, eso sí. Y volverá a su estado anterior, fuera cual fuese. —En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas, aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba el roble descomunal que había visto en sueños. Había algo dorado que relucía en sus ramas.

Oliver, Anthony, Gabriel y yo, descendimos del barco y usamos la Geoquinesis, provocando un terremoto, hasta que la tierra se abrió. Seguimos y la grieta se fue ensanchando más y más, entonces, nos concentramos y comenzamos a ladear la tierra sobre la cual estaban las ovejas, provocando que todas ellas, cayeran en el acantilado que habíamos formado en segundos. Estábamos sudorosos y apestábamos, cosa que a mí me provocaba náuseas y asco, como una verdadera hija de Afrodita, mientras que mis hermanos se sonreían. Los hombres son asquerosos.

Luke fue por el Vellocino.

Annabeth, Alice, Clarisse y Thalía, pusieron los ojos en blanco y murmuraron un «Hombres», mientras que ellas corrían hacía la cueva, para salvar a Grover de su matrimonio.

Luke sólo estuvo a punto de matarnos cinco veces, lo cual le pareció bastante aceptable a él. Una de ellas, perdió el pie y se encontré colgado de una sola mano de una cornisa a quince metros de las rocas que sobresalían entre las olas. Menos mal que encontró otro punto de apoyo y seguí escalando. Un minuto más tarde, el hijo de Hermes puso el pie sobre un trozo de musgo y resbaló. Por suerte, consiguió afirmar la mano derecha en una saliente y escaló solo con la fuerza de sus brazos, porque era un idiota, que creía que estaba desafiando a la suerte. Finalmente, él estaba jadeando, pero alcanzó la cresta del acantilado y se derrumbó desfallecido. Se arrastró unos metros, sacó algo de Ambrosia del bolsillo, se la comió y se colocó en posición de un maratonista a punto de escuchar el silbato sonar y correr; cosa que hizo en un minuto después. Seguramente, llevaría las zapatillas tenis, cruzando el puente a gran velocidad y antes de lo que yo me diera cuenta, él ya estaba del otro lado. Agarró el Vellocino, se lo colgó como una toga, haciéndome creer que quizás Luke era también hijo de Mercurio, corriendo de vuelta y salvándose del puente, al cual se le cayeron varias tablas y regresando con nosotros, con una sonrisa en los labios. —Hace ya un buen rato, que no uso estas para correr. 

Entonces, sentimos un nuevo temblor y apareció Polifemo, quien llamó a sus ovejas, pero solo unas cuantas, fueron a su encuentro, comenzando a tantearlas.

Clarisse corrió dentro de la cueva y arrastró a Grover hacía afuera, justo cuando Annabeth le realizaba un corte en la pantorrilla y Thalía le clavaba su lanza. Clarisse la imitó y se alejó, mientras que Thalía electrocutaba a Polifemo, haciéndolo gritar.

Yo salté en el aire, usando mi Aeroquinesis limitada y le corté el cuello con mis espadas a Polifemo, quien se llevó las manos al cuello, intentando para la hemorragia.

Grover se quejaba, mientras que Alice lo llevaba en brazos y corría tan rápido como Luke, hacía el barco, para rescatarlo; Luke iba a su lado, solo porque llevaba el Vellocino de Oro, atado como una toga, alrededor del cuerpo.

Benjamin y Oliver (pues Anthony y Gabriel, estaban allí mismo, ensañándose con Polifemo, picándole las orejas, seguramente intentando dejarlo sordo), habían regresado al barco y abrieron fuego contra el gigante, mientras que todos corríamos y un segundo después, el polvo dorado, nos cayó encima, haciéndonos suspirar.

La isla estaba muriendo, teníamos el vellocino y restos de gigante encima, mientras regresábamos al barco y trataríamos de buscar un mejor camino, hacía el Campamento. Pues si ese idiota de Damian White era el Luke Castellan de esta línea de tiempo, entonces existían grandes posibilidades de encontrarlo de camino al Campamento.

La Nueva Luz del Olimpo (Percy Jackson x Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora