SENTENCIA
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Denisse
Salgo de la piscina cuando mi reloj digital me avisa que es momento de darme un shot. Hodge vino conmigo, tengo una casa preciosa en este lugar, con una vista increíble y en la que he disfrutado de mi propia soledad. Papá lo mandó conmigo cuando le hizo saber que estaba por tomar mi vuelo y no iba a volver hasta el lunes por la mañana.
Abro mi maleta, preparo la ampolleta, clavo la aguja para luego aspirar todo el medicamento. Cuando está lista, paso el algodón por mi muslo y encajo la inyección para poder insuflar todo el contenido en mi sistema.
—¿Eso te ha ayudado mucho?
—Bastante, mi madre consiguió que la formula fuera más concentrada y ahora puedo beber sin miedo a que mis defensas se vean bajas —explico terminando de desechar el material contaminado—. Mis alergias se detuvieron hace seis años, y estas cosas siempre me mantienen sana. No he pescado ningún resfriado o una infección estomacal.
—Me impresiona lo mucho que la medicina está avanzando.
—Tú sabes que mamá estando en el comando por buenos años y estudiando, tiene el poder de sacar estas cosas por mí —cierro mi maleta con los demás shots—. Sin embargo, es una pena que el resto del mundo no pueda tener estas facilidades.
—Tus padres siempre harán por ti lo necesario, sin importar qué y dando igual si la sociedad sufre o no.
—Lo sé, soy la princesa de casa.
Me recuesto para que el medicamento haga efecto, desde pequeña padecí como mi madre: defensas bajas, alergias y mucho tiempo enferma que no salía de los consultorios de sus colegas. No nací con un sistema inmunológico fuerte, mi madre ha hecho miles de investigaciones para que mi caso se detuviera y no muriera por un simple resfriado en un día de estos.
En su caso, no ha dejado de padecer de anemia, muchas veces tiene muchos dolores musculares y siempre tiene que estarse medicando para que las enfermedades no las pesquemos. Es buena en lo que hace, ya veo porque papá siempre la ha admirado.
Hago lo mismo, desde pequeña ellos dos siempre han sido mis héroes.
Y ahora, puedo vivir una vida más tranquila si es que recuerdo el uso de mis inyecciones. Un shot cargado de todo lo que necesita mi cuerpo para estar fuerte y que mi sistema no se desplome en cuestión de días. Es verdad que no puedo dejar de usarlos, esto es para el resto de mi vida.
Hablo una hora con mi mejor amiga que se quedó en Francia, veo el simple arañón que tiene en la cara.
—Olga salió con la ropa rasgada, un par de comandantes y el mariscal quería que nos detuviéramos y no lo hicimos —sus verdosos orbes centellean ante la emoción que rezuma de su garganta—. Olga despotricó en tu contra, dijo tantas cosas que tu padre mejor dejó que tu madre le diera su merecido.
—Estabas lista para apoyarme.
—No me iba a detener a decirte que lo sentía o que ese hijo de puta iba a pagar porque son cosas que ya sabes —se mete una uva a la boca—. Estaba dispuesta a ayudar a mi segunda madre y ahí me tienes. Michelle salió con el cabello suelto, hermosa, poderosa y solo eso. Ni un solo golpe, nada.
—No sé si sentirme mal, Olga llevaba bastante de perder teniendo en cuenta que no tiene el entrenamiento de mis padres o el de nosotras.
—No te debes sentir mal, es bueno que no escucharas ni una sola palabra de lo que dijo o te aseguro que te hubieras lanzado también —sigue comiendo y yo me relajo en el camastro—. Todo el comando está bastante callado porque tu padre y madre están en la zona. Nikola mandó el aviso sobre lo sucedido con su casa y no lo vas a creer.
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Un paraíso en sangre #1 [DISPONIBLE EN FÍSICO]
Romance[DISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON] La guerra no la venía venir la capitana de la tropa. Estaba enamorada, decidida a caminar por el pasillo sin saber la verdadera vergüenza por la que pasaría. Una vida de ensueño, amigos, familia, la boda que desea...