CAPITULO 28

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ERROR

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Kylian

Me mantengo encerrado en el despacho, con su imagen en mi cabeza todo el tiempo. Por un puto segundo pensé que lo que más deseaba ver iba aparecer en mi radar. Nada, no hubo nada y tampoco quise que me dieran explicaciones para que me dieran a entender que se había ido sin más.

Hice que medio mundo se largara o por lo menos que no estuvieran a mi lado porque por el momento no tengo la cara y mucho menos los ánimos para aceptar que soy un pendejo. Siempre termino haciendo mucho por los demás, siempre lo doy todo y todavía me hago afirmaciones estúpidas para que se hagan realidad.

Y la realidad es la misma, misma que no me termino de tragar.

Nadie va a pelear por mí como yo lo hago por todos ellos.

No dejo de devanarme la cabeza, da vueltas en esta misma, golpea por todos lados y lo peor es que la risa que ella descargaba con confianza ante mí no deja de explotar en mi cabeza como una puta bomba. Tengo que tomar un respiro cuando alguien llama a mi despacho, Henry y un hombre igual de corpulento que él, se acercan, cierran la puerta y chasqueo los dedos para que la enfermera que parece un pilar sin vida se ponga a mi lado.

—Trae un whiskey, lo necesito.

—Señor, eso sería contraproducente, está bajo medicamentos y...

—No recuerdo haber escuchado que pidiera tu opinión —mascullo, hasta la maldita mandíbula me duele para utilizarla en algo tan básico que es hablar—. Vas y lo consigues.

—Como ordene, coronel.

Es la única que no consiguió salirse de mi lado, Rogers me hizo saber todo sobre mi estado y me mandaron con malditas muletas a casa para que terminara la recuperación pero bajo el cuidado de la enfermera o lo que sea que se dedique. Por el momento, ninguno de los que tengo ante mí me interesa, me interesa solo recomponerme y darle la cara a mi hijo que ha intentado buscarme.

La cuestión es que no quiero, no quiero que me vea así porque esto no es lo que le quiero enseñar.

La debilidad ante la pendeja palabra del amor.

—Este es Hodge, acaba de volver de sus vacaciones, le hicimos saber todos nuestros movimientos para que tuviera en cuenta que ya no era necesario que fuera a Francia. Se mueve con nosotros, ha estado bajo nuestro servicio más de quince años y... —Henry toma un respiro—. Mi hija lo puso a la disposición del pequeño.

—Si están aquí solo es porque mi mamá los estima.

—Ya que estamos hablando de eso y sé que me soltarás la sátira, que en efecto no tengo ganas de escuchar, he de decirte que mi hija no sería capaz de dejarte varado en la nada —tenso la mandíbula, el sujeto a su lado me mira con duda—. Estaba demasiado preocupada por ti, te lloró, te sacó del agua y se mantuvo todo el tiempo contigo. La razón de su partida fue por el trabajo.

—Eso ya me dijeron y me sigue valiendo cuatro hectáreas de mierda.

—¿Así es? Crees que te vale, pero no lo hace. Eres un idiota que no controla sus impulsos cuando las cosas no le salen como quieren. A ti nada te embona —lo miro con la amenaza cruzando de mirada a mirada—. Si ellos se quedaban al despertar te ibas a cabrear porque habían perdido tiempo, si hubieran vuelto a sus actividades más tarde por ti, estarían buscando estrellas en el suelo porque sus objetivos ya se habrían ido u ocultado.

» No tienes cabeza ahora mismo para pensar y yo tampoco la tengo para soportarte. Le hiciste daño, me contó todo lo que sucedió y para que lo sepas, en este instante te detesto como nunca. Para tu poca información, cuando tomó la llamada estaba desangrándose, a nada de perder la vida, pero al cortarla le dolió más cada una de tus palabras que las heridas que ya llevaba en el cuerpo.

Un paraíso en sangre #1 [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora