CAPITULO 45

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SEÑORA GAUTHIER

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Denisse

Le rodeo el cuello con los brazos, sintiendo como sus manos trabajan en mis leggins para pasarlos por mis tobillos, las zapatillas deportivas los quita de golpe aventándolas contra el suelo, así sacando por fin la tela de mi cuerpo. Llega a mi blusa, misma que revienta sin ningún tipo de compasión.

—Kylian, no voy a salir con las tetas al aire...

—Calla —apresa mis mejillas entre sus dedos, juntándolas y obligándome a guardar silencio—. No estoy tan loco para dejar que vean lo que me pertenece.

—Bien...

—¿Ves por qué te compré todas las tiendas que fueron a casa? —No me deja contestar cuando toma los bordes del tanga que me coloqué y también la rompe.

No siento que esté molesto, ahora mismo solo siento que se está desatando junto con la confesión que me soltó y pensé en lo mismo.

El tanga no lo termina de retirar, falta un extremo para que la pueda sacar, sin embargo, toma la tela para empujarla entre los labios de mi sexo empapado y que claman porque de una vez desate todo en contra mía.

—Porque estoy dispuesto a romperte cada puta prenda que te pones encima —muerde mi labio inferior, se separa unos segundos—, lo único que quiero en tu cuerpo son mis manos o mi verga enterrada en tu coño, culo o en tu boca.

—Terminaré sin ropa en unos cuantos meses.

—Ese es el punto, ¿sabes? Quiero tu boca está vez —sigue tirando hacia arriba, dejando que me mueva contra la tela que ya estimula mi clítoris—. Te vas a subir al escritorio, pon esas rodillas y manos contra la madera y te inclinarás por mí, ¿entiendes?

—¿Para qué te haga una mamada?

—Exacto, quiero ver tu culo en todo momento, te voy a meter los dedos mientras te follo la boca.

—Eso me gusta.

Termina de romper el otro trozo del tanga para poder tirarlo al suelo, mi playera y mis bragas ya son simples retales decorando el suelo de su oficina. Me tomo de sus brazos, una de sus manos se dirige a la parte de mi sujetador, cuando lo desabrocha lo lanza por el aire consiguiendo que se quede sostenido contra el respaldo de su silla de cuero.

—Tienes que suplicar, quiero saber que tantas ganas tienes de que te folle de nuevo.

—Amor...

—No empieces con los berrinches porque te voy azotar, muñeca.

Me empuja contra su pecho, tomando los míos entres su manos para empujárselos contra la boca y comenzar a tirar de mis pezones. Arqueo la espalda, dejando que se empuje contra ellos todo lo que quiera, mis dedos se entierran en su cabello para comenzar a tirar de las hebras que voy apretando a medida que él me come los pechos con más entusiasmo.

—Tenemos que darnos prisa.

—Le ordené a Hodge que se llevara a Mason, íbamos a estar ocupados.

Gimo cuando mordisquea la piel de mis senos, sus dedos comienzan a estrujar la piel para que se de el festín que tanto le gusta.

—¿Y si nos escuchan? Papá vino a trabajar...

—No me lo menciones —grito cuando muerde uno de mis pezones, le apreso las caderas con las piernas para que no se me escape y continue con lo que está haciendo—. No me importa que escuchen, estoy trabajando con mi mujer, ¿qué les importa?

Un paraíso en sangre #1 [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora