Prólogo: Lucy

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Es loco como da vueltas la vida. Un día tienes a tu mejor amiga y al otro estás enamorada de ella, casada, y con una hija.

Harley Quinn y Poison Ivy, dos almas que encontraron en el amor y la complicidad un refugio en medio de todo el caos y drama de Gotham City; después de todo lo que tuvieron que pasar, esa felicidad y paz que sentían al estar juntas se lo merecían.

La rubia aún recordaba como si fuera ayer cuando estaba embarazada de su pequeña hija, Lucy.

Aquellos días se llenaron de emociones y cambios, mientras el vientre de Harley se abultaba con el milagro de la vida y su esposa, Ivy, estaba siempre a su lado, cuidándola y asegurándose de que todo estuviera bien...

Hace seis años...

Era una tarde soleada, Harley se encontraba sentada en un columpio en el jardín, acariciando con ternura su vientre abultado. Ivy se acercó a ella con una sonrisa amorosa y se sentó a su lado.

—¿Puedes creerlo, Ive? Pronto seremos madres, nuestra vida está a punto de cambiar por completo —dijo con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz.

La pelirroja tomó suavemente sus manos y las acarició con delicadeza.

—Sí, cariño, es increíble. Nuestro amor dará fruto en la forma de este pequeño ser que llevas dentro de ti. Seremos una familia, Harley. Y no puedo esperar para conocer a nuestra hija.

Las semanas pasaron, y cada día el amor entre Harley e Ivy crecía, al igual que la expectativa de conocer a su hija. Juntas prepararon el cuarto de Lucy, eligiendo cada detalle con cuidado y llenándolo de amor y ternura.

Y finalmente, llegó el momento esperado.

Estaban en una de las habitaciones del hospital ubicado en Gotham, ambas se abrazaron, emocionadas y nerviosas, mientras los médicos y enfermeras las preparaban para el momento del parto.

Harley sentía las contracciones, pero en medio del dolor, sabía que su amor y el apoyo de su esposa la llevarían a través de ese momento.

—Estoy aquí contigo, Harley. Eres fuerte y valiente; juntas superaremos esto. Nuestra hija está a punto de llegar y la recibiremos con todo el amor que tenemos para darle —dijo sosteniendo su mano derecha con ternura.

—¿Crees que todo saldrá bien, Ivy? —preguntó con voz temblorosa.

—Por supuesto, cariño. Tienes la fuerza de una guerrera y el amor necesario para traer a nuestra hija al mundo —respondió, acariciando suavemente el rostro de su amada.

Los minutos parecían eternos mientras esperaban a que los doctores ingresaran a la sala de parto.

Y en menos de lo esperado ya estaban rodeadas de médicos y enfermeras.

La rubia se aferraba a la mano de su pelirroja mientras daba a luz.

Cada contracción era un recordatorio de la fuerza y el amor que las unía. Los gritos de dolor se mezclaban con susurros de aliento y palabras de amor por parte de su esposa.

—Lo estás haciendo increíble, Harley. Estoy aquí contigo, siempre estaré aquí —le susurraba, sosteniendo su mano con firmeza.

Y entonces, entre lágrimas y sonrisas, el llanto de la recién nacida llenó la habitación...

El llanto de Lucy, su pequeña hija, su mayor tesoro.

Tuvieron que llevársela por un momento, pero cuando regresaron, luego de una larga espera, los ojos de Harley se tornaron llorosos mientras la pequeña era colocada en sus brazos.

Su amor por ella se desbordaba en cada mirada y caricia.

—Hola, Lucy. Soy tu mami, y te amo más de lo que podrías imaginar —susurró, sintiendo una conexión instantánea con su hija.

Ivy, con lágrimas en los ojos, se acercó y besó suavemente la frente de Lucy.

—Bienvenida a nuestras vidas, pequeña. Te amamos más de lo que las palabras pueden expresar. Estaremos siempre aquí para ti.

Las lágrimas de felicidad volvieron a llenar los ojos de la rubia mientras Ivy se acercaba para darle un pequeño y tierno beso en sus rosados labios.

Después de eso, la habitación se llenó de abrazos, risas y una conexión inexplicable entre las tres.

Desde ese día, Harley, Ivy y Lucy formaron un equipo invencible. Cada momento, cada risa y cada desafío las unía aún más.

El amor de una hija y el de sus dos madres se entrelazaban en una sinfonía de cariño y protección.

Fue así que, en medio de las caóticas calles de Gotham, se escribió una historia de amor inquebrantable para ese momento, una historia en la que Harley Quinn y Poison Ivy encontraron el significado más profundo de la felicidad en los brazos de su pequeña hija, Lucy.

Lucy... ella era la prueba viviente de que el amor puede superar cualquier obstáculo. 

Lucy | HarlivyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora