Introducción

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Todo era un caos. Las personas corrían de un lado a otro buscando ayuda mientras que otras solamente veían atentamente la escena.

Era una lástima... Chelsea era muy joven para morir.

Corrección, era muy joven para ser asesinada.

Todos grababan y tomaban fotos con sus celulares, guardando el recuerdo de una de las más terroríficas muertes en el internado KUZNETSOV.

La perfecta e intachable Chelsea Robert había sido encontrada muerta en la piscina del internado. ¿Lo turbio? Su cuerpo estaba distribuido en distintos pedazos por esta.

La sangre teñía el agua de un color rojizo, los pedazos de su cuerpo estaban en la superficie siendo observadas por el montón de adolescentes y adultos que estaban presentes, todos con unas expresiones de horror en sus rostros. Los distintos pedazos del cuerpo de Chelsea estaban distribuidos por toda la piscina, mientras que en una esquina de esta reposaba la cabeza de la difunta.

La escena sin duda sería digna de una gran película de horror. Un asesino que decidió asesinar a su víctima de una manera fría y despiadada, eso sí es cine.

¿Quién pudo haber sido capaz de haber cometido tal atrocidad? La respuesta es simple y esta estaba mirando atentamente la escena con una gran sonrisa, pero sobretodo, con una gran satisfacción recorriendo cada parte de su cuerpo.

Su cabello negro estaba atado en una cola alta dejando a la vista su largo cuello, sus ojos celestes se veían oscuros al momento de posar su mirada en los trozos del cuerpo de la difunta. Traía puesto el uniforme escolar perfectamente acomodado.

Como siempre.

Su piel tan blanca como la nieve brillaba y tenía un toque que la hacia ver suave y tersa, llevaba un maquillaje sencillo en su rostro haciendo resaltar sus grandes ojos. La sonrisa en su rostro no la trataba de ocultar, en cambio, la quería hacer notar.

Parecía un ángel, un maldito ángel que no sería capaz de matar ni a una mosca. Si la veías por primera vez creerías que no rompe ni un plato cuando en realidad, ella destruía la alacena completa.

Estaba allí parada, observando la escena con una gran sonrisa en vez de sentir remordimiento por el crimen que recién había cometido.

Porque, yo había estado presente en el acto, yo había visto cuando con esas manos tan lindas había descuartizado a Chelsea Robert.

Quería borrar esa maldita sonrisa que tenía en su rostro... ella merecía sufrir como sus otras víctimas, merecía sentir el dolor y angustia al sentir el tacto de el cuchillo contra su piel, ella debe de morir y yo me encargaría de que eso fuera así.

La pelinegra rodeo la alberca acercándose a uno de los oficiales que recién había llegado, comenzó a hablar con ellos mientras que yo la miraba atentamente.

Esa cara angelical tenía nombre y apellido, un nombre que al solo escucharlo te hacía temblar. Y su nombre es...

—Katya Petrova —Dijo uno de los oficiales mirándola con un semblante serio.

Te voy a destruir Petrova...

Y sin darme cuenta, hice un juramento que en un futuro no solo acabaría con la vida y reputación de Katya, si no también con la mía.

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