Alianzas || 26

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Desconocido ¿?

Mantenía mi vista clavada en el pizarrón delante de mi, los diferentes nombres y apellidos estaban resaltados con color rosa, los datos de las personas con verde, y la razón de la muerte con azul.

Mordí ligeramente mi lengua, analizando cada una de las fotos junto las caras que se encontraban en el gran pizarrón que estaba abarrotado de información.

Mis ojos se dirigieron a la mesa, agarré un marcador rojo que se hallaba allí y lo destapé, lo acerqué al pizarrón he hice una equis en la cara de una de nuestras nuevas víctimas.

Sophie Hughes.

Ese nombre se encontraba resaltado con un color fluorescente de rosado. Observé con atención sus marrones ojos que el día de hoy en el suelo se encontraban vacíos, perdidos, sin alguna pizca de vida que algún día yacía allí.

Dejé el marcador a una lado, mientras agarraba el negro, escribiendo algo en su razón de muerte. Luego de hacerlo, en la parte de arriba de su foto escribí en grande la palabra Cómplice.

Mi dedo tocó mi mentón, mientras recorría mis ojos por el gran pizarrón. La pobre tenía una gran vida por delante, sus sueños y logros se apagaron de la luz a la mañana.

Esos ojos llenos de aspiraciones se apagaron para siempre, todo se fue con el viento, como si nunca hubiera importado o siquiera existido.

Mordi nuevamente mi lengua, analizando su foto.

Ella misma se lo buscó, fué su culpa estar en el momento y lugar equivocado. En ocasiones ver cosas de no debemos nos acarrea muchos problemas, y ella vió algo que no debía, causando así su muerte.

Hice un puchero, pasando mis dedos por la foto. En fin, que descanse en paz, aunque desde que vio eso no estaba viviendo, solo era un cuerpo con vida que hacía cosas inconscientemente.

Detrás de mí escuché una voz suave que decía:

— ¿Por qué? Desde hace un tiempo te dije que no siguieras con las muertes, no cambiarán absolutamente nada… — murmuró a lo lejos.

Me giré en su dirección, conectando mis ojos con los suyos.

— ¿Te parece que no hace nada? Ella vió parte de esa escena, pudo haber corrido y pedir ayuda o solo abrir la boca — masculle—. Pero, ¿Qué hizo? Ah sí, nada. Se quedó callada viendo como le arrebataban la vida de manera lenta.

Su mandíbula se tensó visiblemente, tragó saliva negando aún con la cabeza.

— Las muertes no ayudarán a evitar lo que sucedió…

— No, Pero esas personas si pudieron haberlo evitado, en cambio se quedaron callados y decidieron no decir absolutamente nada, ¿Por qué razón? Por el ridículo miedo que les daba unos estúpidos adolescentes — escupí, mirando en su dirección con una expresión fría.

Las lágrimas no tardaron en derramarse por sus ojos, empapando sus mejillas de ese líquido salado.

— No más muertes… por favor — imploró en un hilo de voz. Yo reí, negando.

— ¿Ellos le hicieron caso a ella al momento de asesinarla? ¿Escucharon sus súplicas porque pararan? ¿Si llanto? No lo creo, ¿Por qué yo debería de perdonar les la vida? — murmure con desagrado, sentandome en una de las sillas con despreocupación.

Un espeso e incómodo silencio se extendió por todo el lugar. Me acerque lentamente, abranzado su cuerpo con amabilidad.

Limpie sus lágrimas con una mano, haciendo que me mirara.

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