Sentimientos || 13

31 13 45
                                    

Katya Petrova

Patee la puerta con todas mis fuerzas, haciendo que está chocará sonoramente contra la paredm

¡Es que lo voy a matar!

—Hey hey hey, pequeña, relajate — dijo Dái mirando el caos que hacía lanzando todo.

—¿que me calme?— pregunté, dándome la vuelta, mirándolo con toda la incredulidad que podía desprender ese día—. Te tenía fe.

—Y yo a tí, Katy, pero que te puedo decir, poco a poco la fui perdiendo.

Agarre un jarrón que no se de dónde salió y lo lancé con todas mis fuerzas, provocando que este impactará con la pared, rompiéndose en miles de pedazos.

La cara de el castaño expresaba completa confusión pero no estaba interesada en ello, si no más bien en el de ojos azules que había regresado con cierto aroma peculiar en su cuerpo.

¡Es que si me ha sido infiel, lo mató!

—¡Lo odió! —grite echa una furia, agarrando ahora mi teléfono, lanzándolo con todas mis fuerzas al piso.

—¡Tranquilízate bestia! — chilló asustado —. ¿Qué mierda te picó?

—¡CIERRA EL MALDITO HOCICO, IMBÉCIL DE MIERDA! — le amenacé, apuntándolo acusadora con mi dedo índice.

El levantó las manos, en señal de rendición.

—Ok ok ok, me callo.

—¡AHHH!

Busque con mi mirada que romper, encontrándome con el trofeo que decía "Primer lugar", me acerque a el y con todas mis fuerzas lo lancé, haciendo que este impactará contra el espejo que estaba colocado en mi pared.

Los pedazos de cristal se rompieron, cayendo por todo el suelo dejando solo unos trozos de el espejo que solía haber antes.

Mi pecho subía y bajaba junto a mis senos, mi respiración estaba totalmente errática y entrecortada, obligándome a tener que tomar cada cierto tiempo bocanadas grandes de aire para compensar la falta de oxígeno que estaba recibiendo. Mis puños estaban apretados, tanto así que sentía como mis uñas se clavaban en las palmas de mis manos y mis nudillos se veían de un color más blanco de lo que ya solían ser.

Sentí como la vista se me nubló, anunciando la segunda parte de mi rabia : la tristeza.

Caí de rodillas en el suelo, haciendo que estás fueran afectadas por los trozos de espejo que se encontraban esparcidos por la mayoría de la habitación. Las lagrimas caían como una maldita cascada, empañando toda mi visión.

Mis manos tocaron el cristal roto, haciendo que de estas salieran ligeras gotas de sangre, anunciando que me había cortado, pero eso no importaba; lo importante aquí era que estaba enojada.

Cierto, estaba enojada.

—¡AHHH! ES QUE CUANDO LO VUELVA A VER LO MANDARÉ A COMERSE SU PROPIA MIERDAAA.

Mis puños impactaron repetidas veces contra el cristal, así dañando fuertemente mis nudillos. Era constante, no paraba de dañar mis manos contra el cristal roto tratando de buscar una manera en la que dejara de doler tanto como lo hacía.

El no podía haberlo echo… no, él no era capaz de traicionarme así ¿O sí?

—Para — exigió el de ojos verdes —. Katya, para en este momento, te estás lastimando — habló, aguantando mis manos, evitando que las siguiera lastimando.

Mis ojos azules se fundieron en uno solo con el verde de los suyos, provocando que más lagrimas siguieran empapando mi rostro.

— Él… él me traicionó… — murmuré, mirando todo el lugar echo un desastre. Pase mis lastimadas manos por mis cara, sintiendo como la llenaba de sangre pero ignorándolo —. Esto es culpa de él… — afirmé —. Si él no me hubiera traicionado no estuviera pasando ésto.

KUZNETSOV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora