¿muertes? nah, solo pequeños accidentes || 28

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Katya Petrova

Un mes.

Ya pasó un mes desde la última muerte en el internado.

No puedo comprender en que momento todo sucedió tan rápido, el tiempo se acortó de manera imprevista y los preparativos para la graduación estaban cada vez más y más cerca.

Era el momento.

Faltaban tan solo dos meses, dos meses para poner a marchar nuestro gran plan.

Terminé de contar los paquetes de globos de color negro, los lancé a un lado y miré a Elaine con aburrimiento, la de cabello color miel me echo una rápida ojeada.

— ¿En qué tanto piensas? — preguntó con una ceja alzada, tratando de sacar conversación cosa que me extrañó.

Acomodé uno de los miles de paquetes de globos a un lado y pensé mi respuesta con lentitud.

¿Qué planeas Elaine?

Solo está tratando de que al ambiente deje de ser incómodo.

No lo creo.

— En la graduación — fuí sincera —. Se vienen tantas cosas que ya estoy iniciando a sentir el dolor de cabeza que se vendrá cuando inicien los últimos preparativos — restregue mis manos por mis ojos, suspirando.

La de ojos avellana asintió, allí muriendo nuestro intento de conversación decente.

Seguí contando las bolsas con globos, mis ojos se cerraban se manera inconsciente pero trataba de mantenerlos abiertos.

No mentire, en estos últimos meses no había dormido como anteriormente lo solía hacer. Luego de la muerte de Popov me mantenía tan alerta que debía de tomar pastillas para poder dormir, sino me las tomaba podía amanecer hasta las siete de la mañana sin problemas.

Esa era una de las razones por la cual se encontraban unas grandes bolsas de color morado debajo de mis ojos.

La segunda era mi constante paranoia, los ojos en mi se volvieron rutinario, ya no podía mirar o caminar sin sentirme observada.

Suspiré, las clases eran la cereza en el pastel. Tenía tantos exámenes y pruebas finales que me desvelaba estudiando, y por culpa de estos me saltaba ciertas comidas.

Eso explicaría mi insana delgadez en estos momentos.

— ¿Estás bien? — formuló Elaine sin mirarme —. Pareces cansada.

Negué con la cabeza, provocando que un suspiro escapara de mis labios.

— No, estoy bien, solo me siento algo cansada, nada que no se me pueda quitar con un baño de agua fría — respondí secamente, en voz tan baja que llegué a pensar que solo hablaba conmigo misma.

Recibí un sonido de aprobación por parte de ella.

La de ojos avellanas se levantó del suelo, murmurando de manera descuidada.

— Me voy, ya terminé de contar todos los paquetes — avisó, saliendo a paso rápido del lugar sin siquiera despedirse.

Tremendos modales que se carga Dubois.

Mis ojos repasaron las más de veinticinco bolsas con globos. Un gran suspiro escapó de mis labios, sentía un horrible sueño y tantas responsabilidades no ayudaban.

Pero, si cierro los ojos un momentico nadie se dará cuenta, ¿Cierto?

No es como si alguien fuera a pasar por aquí.

Me levanté con rapidez del suelo, tan rápido que sentí como me mareaba. Paré un momento, recomponiendo me en el camino hacia la puerta, la cerré en silencio y me volví a sentar en el suelo.

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