El ex esposo quiere volver a casarse otra vez

16. Un amor destinado a ser olvidado

Una vez dentro del campus, Ji Ran caminaba rápidamente. Quería dejar a Ye Linghan y Gan Rui muy atrás, preferiblemente sin volver a ver a ninguno de los dos en toda su vida.

Se repetía una y otra vez que no debía importarle lo que hicieran, pero en su mente seguía dando vueltas la imagen de las manos entrelazadas de Ye Linghan y Gan Rui.

Dentro de su pecho, la ira rugía como una fuerza avasalladora. Ji Ran apretaba los puños con fuerza, respirando agitadamente. Pasó mucho tiempo antes de que lograra calmar su ira.

Cuando comenzó a salir con Ye Linghan, ya había considerado que llegaría un día como este. Después de todo, la identidad y posición de Ye Linghan no le permitían tener una relación amorosa tan intensa.

¿No había estado preparado para una posible ruptura en cualquier momento? ¿Entonces por qué se sentía tan triste y afligido?

No existe un amor que justifique sacrificarlo todo, solo fue un impulso momentáneo que nubló su juicio.

Ahora que ambos habían recuperado la lucidez, era hora de ponerle punto final a esta relación.

Ji Ran se rió irónicamente, pasando las manos por su rostro para apartar la expresión de desaliento.

Al abrir los ojos, se encontró con una figura oscura frente a él.

Antes de que pudiera reaccionar, su muñeca fue agarrada con fuerza.

La voz sombría de Ye Linghan se abalanzó sobre él como nubes negras y pesadas: "¿Quién te dio permiso para irte? Sin mi consentimiento, no tienes permitido ir a ningún lado".

"¿Qué derecho tienes para interferir en mi libertad?" Ji Ran intentó liberar su muñeca, pero por más que luchó, no se movió ni un ápice.

Los ojos negros de Ji Ran mostraron una expresión avergonzada mientras miraba fríamente al hombre frente a él: "Ya estás comprometido, no vuelvas a involucrarme en el futuro".

Nunca antes Ji Ran le había tratado a Ye Linghan con tanta indiferencia durante los cuatro años de su relación. Ji Ran siempre lo había tratado con sumisión y cuidado, por lo que resultaba inaceptable verlo hablarle con tanta firmeza.

Ye Linghan agarró al chico que todavía intentaba liberarse de su agarre y lo atrajo hacia su pecho. "Solo yo puedo decir que no, tu no tienes el derecho de decir adiós".

El corazón de Ji Ran se contrajo de repente, y el dolor hizo que sus ojos se pusieran rojos.

¿Qué tipo de desgraciado podría decir algo así?

"No estaré contigo. ¡Hemos terminado!"

"¿Terminado? ¡Qué iluso! Eres mío en vida y en muerte. Incluso convertido en cenizas, esparciré tus restos en mi jardín".

Ye Linghan lo abrazó autoritariamente y llevó a Ji Ran hacia su pecho. "Ven conmigo a la villa. No puedes salir sin mi permiso".

"Lo aceptes o no, no volveré contigo".

Ji Ran ya no quería volver a esa fría jaula.

No era un canario, no era el juguete de nadie.

Alrededor del sendero arbolado de la escuela, crecían altos árboles de tong. Las frondosas ramas bloqueaban la luz del sol y proyectaban sombras sobre el hombre.

La cara de Ye Linghan se oscureció severamente, sus ojos parecían estar congelados: "¿Qué tipo de basura eres? ¿Te he malcriado demasiado, verdad? ¡Me da asco verte con esa cara!"

Ji Ran siempre había pensado que los ojos de Ye Linghan eran especialmente hermosos.

Cada vez que los veía fijos en él, sentía que su alma era cautivada.

Sin embargo, hoy, al encontrarse con esos ojos, sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo.

No sabía desde cuándo Ye Linghan dejó de tener paciencia y amor en su mirada, solo había impaciencia y repulsión.

Ahora había añadido una capa de ferocidad.

Como si fuera alguien extremadamente malvado, merecía un trato brusco.

Ji Ran bajó la cabeza y se rió irónicamente: "De hecho, no soy una buena persona. Si soy tan repugnante y te doy asco, Ye Linghan, será mejor separarnos y no volver a vernos".

Los ojos de Ye Linghan se estremecieron repentinamente, y los dedos que sujetaban el brazo de Ji Ran temblaron.

En ese momento, inesperadamente, sintió miedo.