159. Estoy vivo solo para poder amarte.

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Rong Cheng buscaba desesperadamente por toda la villa, pero por más que registró todos los lugares, no pudo encontrar a Ye Linghan ni a Yun Yi en ningún lado.

El coche de Ye Linghan aún estaba estacionado fuera de la villa, lo que indicaba que no se había ido, pero entonces ¿a dónde se había llevado a Yun Yi?

El corazón de Rong Cheng se sentía cada vez más inquieto, como si una nube negra se cerniera sobre él,  oprimiéndolo hasta el punto en que apenas podía respirar.

¿A dónde podría haber llevado Ye Linghan a Yun Yi?

¿Qué podría estar haciendo con él?

¿Podría ser...?

Al pensar en esa posibilidad, la vista de Rong Cheng comenzó a oscurecerse momentáneamente.

Aceleró su paso y corrió sin cesar por toda la villa.

La verdad es que Ye Linghan no había decidido marcar a Yun Yi de manera impulsiva; ya lo había planeado meticulosamente desde hace mucho tiempo. Desde que Sui Sui le dijo que Rong Cheng había estado planeado llevarlos a las aguas termales. Ese fué el momento en el que organizó todo.

Conocía muy bien el terreno de la villa turistica, y había escogido cuidadosamente una piscina termal que estaba particularmente oculta.

Había sobornado al gerente y al personal de la villa; asegurándose de que Rong Cheng no pudiera encontrarlos tan fácilmente.

Ye Linghan sostenía a Yun Yi en sus brazos como si estuviera abrazando el tesoro más preciado del mundo.

Había pasado cuatro años, deseando y soñando en todo momento con poder recuperar a esta persona. Pero cuando ese día finalmente había llegado, no se atrevió siquiera a disfrutar de esa calidez.

"Ran Ran, lo siento. Sé que este momento y el lugar no son apropiados, ¡pero no tenía otra opción!"

Lo que había estado esperando durante esos cuatro años finalmente había sucedido, pero Ye Linghan no se sentía feliz y sabía que Yun Yi tampoco estaba feliz.

"¡Lo siento! ¡Lo siento!"

Ye Linghan murmuraba con la voz entrecortada y un tono lleno de dolor y miedo.

Desde atrás, abrazó a Yun Yi besando su mejilla y su cuello.

Ni siquiera se atrevió a mirarlo a los ojos, porque temía encontrar odio en ellos.

Aparte de decir "te odio", Yun Yi no dijo nada más. Porque Sabía que, sin importar lo que dijera, no podría detener las atrocidades que Ye Linghan estaba cometiendo.

En ese momento, solo tenía un pensamiento en la cabeza.

Quería matar a Ye Linghan.

Los movimientos de Ye Linghan eran desesperados, sin la intención de disfrutar de la calidez del momento.

Parecía estar ansioso por completar una tarea crucial y rápidamente llevó a cabo los últimos pasos.

Una oleada de calor recorrió lo más profundo de su ser. Yun Yi sintió como si una descarga eléctrica lo atravesara haciéndo que su cuerpo comenzara a temblar incontrolablemente.

Aquella extraña sensación se extendió por todo su cuerpo, tal como había ocurrido hace cuatro años atrás. No sentía ni una pizca de felicidad; más bien, era como un grillete que lo aprisionaba, impidiéndole escapar de por vida.

Los dedos de Ye Linghan sujetaban la muñeca de Yun Yi presionándola y girándola.

En la pálida muñeca apareció un punto azul, era la marca de un sello.

El ex esposo quiere volver a casarse otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora