PAULA
Los audios que había grabado casi de manera clandestina en la estación se reproducían en mis audífonos. No habían logrado dar con el paradero de Davis, y aunque tuviesen hipótesis de donde podía estar, no eran más que eso: hipótesis de muchos lugares en el que podría estar escondiéndose. Al menos era seguro que estaba en el país. No me dejaban acercar ni siquiera a las reuniones del operativo, aunque insistí un par de veces en que era consciente que no participaría. Arthur se había encargado de hacerle saber al comandante que Scarlett estaba relacionada de manera amistosa, y algo más, conmigo. Y eso pudo en duda mi reputación como policía, además claro, que mi credibilidad.
Si embargo, aunque quisiera dejar de lado el caso de Davis no podía hacerlo. Era un caso que estuvo ligado a mi desde el momento en que él decidió involucrarse con Scarlett. Y si me interesó cuando era su amiga, mucho más ahora que Scarlett me interesaba como mujer. Necesitaba tener detalles de su paradero. No podía permitir que el la dañara. Que el se acercara de nuevo. Y si tenía que desobedecer ordenes por hacerlo, entonces lo haría. Esperaba, al menos, perder mi trabajo después de capturarlo. Me encargaba de trabajo mas que todo administrativo, y creo que eso era peor a hacer nada. A Stone solía encontrarlo en los pasillos, estaba más molesto cada vez. Pero prefería que aquel sentimiento se enfrentara a mi, y no a Scarlett.
-Agente, que tenga buena noche- sonreí poniéndome la chaqueta y saliendo de la estación. Hacía frío, y probablemente más tarde llovería. El camino a la casa de Veróinica siempre era un trayecto lleno de pensamiento tomando decisiones respecto al pasado que me hubiese gustado cambiar. Y que ahora estaban jugando en mi contra. Me torturaba. El masoquismo definitivamente era mi pasatiempo favorito.
-Hola tía Paula- Jérémie me recibió con un abrazo cuando llegué. Sonreí. Scarlett había regresado a su departamento, y yo esta esperando que me hicieran entrega de uno que había comprado un par de días atrás. Verónica y Kamille habían insistido en que era mejor una unión hasta que Davis fuese capturado. Pero eso no se sabía a ciencia cierta cuanto tiempo podría durar, pero estaba segura que sería mucho. Y ellas necesitaban su espacio.
-Hola, Jer. ¿Qué tal tu dia?
-Bien, saqué 10 es una examen.
-¡Muy bien!- choque mi mano con la suya.
-Hola, Pau- Verónica subía una caja por las escaleras. La señalé y Kamille, que hablaba por teléfono, me miró.
-Estamos remodelando la oficina y esto llegó un poco tarde.
-Tienes a mi mejor amiga trabajando arduamente- guardó su celular y caminó hasta mi, tapando los oídos de Jérémie.
-Pues se lo recompenso bien, Mexicana metiche- me reí e hice una mueca- Cosa que deberías hacer con la mía- me sonrió y yo la miré mal.
-¡Kamille!- se encogió de hombros.
-Cielo, ve a ayudar a tu mamá con las cosas ¿si?- asintió y corrió escaleras arriba.
-¿Crees que de citas y sonrisitas vive la gente?- se sentó en el sofá.
-No voy a escucharte.
-Verónica y yo cogimos antes de llevarnos bien. Y míranos.
-¡Ya, Kamille!- la miré desde mitad de la escalera.
-¿Acaso no le tienes ganas?
-¡Ay Francesa, púdrete!- le enseñé mi dedo de en medio y subí el resto de las escaleras, en la oficina Verónica sacaba las cosas de la caja con ayuda de Jérémie. Levantó la mirada hasta mi y me sonrió.
-Ey, ¿Qué tal tu día?- ladee la cabeza.
-Nuevo día evitando que me corran de mi trabajo por grabar conversaciones confidenciales, completado- Verónica me miró preocupada.
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SOÑARTE
RomanceTal vez cuestión de química o conexión. La sensación de comodidad que abraza al alma y la condena a la unidad. A la rareza. A la libertad. La rudeza y la elegancia. La fuerza y la suavidad. Una verdad escondida entre sueños y estrellas disfrazadas...