PAULA
El silencio se rompió con un grito suyo. Molesto. Impotente. Lo miré, de pie. Sin saber que más hacer. Porque no podía hacer nada. Marco se cubrió el rostro con las manos, evitaba posar sus ojos en mi. Y yo sentía aquel peso que me asfixiaba desvanecerse, pero la culpa carcomerme.
-¿Por qué? ¿Acaso no soy..?
-Marco, ya no te amo- lo saqué todo. Volví a sentir aquel silencio sepulcral. El dolor que había entre el espacio que nos separaba era demasiado intenso. Yo no podía respirar, y nombraba a este como el peor día de mi vida por lejos. Me sentía cansada, mentalmente agotada. Arrasada por cada emoción que había vivido hoy. Sentía que no podía con mucho más- Las cosas cambiaron...
-¿Las cosas cambiaron o tú cambiaste? Seguimos siendo los mismos, Paula. Sigo siendo...
-Sigues siendo el mismo, precisamente por eso. Las cosas cambiaron porque de que me sostengo si avanzo en una relación pero sigues siendo el mismo. El mismo que me dejó ir, el mismo que tiró nuestra relación al carajo.
-Habíamos superado eso.
-Tú lo superaste, Marco- solté un suspiro- ya no siento lo mismo por ti. No me siento bien esta relación. Y si estuve rara todo este tiempo es porque pensaba en como terminarlo. Me estoy ahogando, no puedo más- se desordenó el cabello desesperado.
-Nos vamos a casar- señaló el anillo en mi dedo. Negué con la cabeza.
-Ni tú, ni yo, estamos listos para una vida juntos- me lo quité.
-¿Hay otro? Porque si lo hay te juro que...
-No- respondí, sin mentir realmente. Su pregunta era demasiado específica. No había otro. Esa era la verdad.
-¿Por qué me haces esto? Yo renuncié a tanto...- me tomó de los brazos.
-Marco, suéltame.
-¿Por qué me haces esto?- gritó enojado, sosteniéndome mas fuerte- te lo di todo, intenté ser mejor por ti- cerré los ojos.
-Marco, basta- me moví intentando soltarme. Cuando abrí los ojos, me encontré con una persona diferente a la que había visto cada día. Estaba molesto, fuera de sí. Entendía que muchas veces la rabia daba para muchas cosas, pero no para esto. Me estaba lastimando, y mostrándome una versión suya que desconocía.
-Eres una desagradecida- me lanzó contra la pared y me dio la espalda. Me quejé del golpe, pero me levanté de inmediato saliendo del departamento. Me subí al auto y conduje hasta llegar a la casa de Verónica. Me abrió la puerta ella misma después de dos timbrazos y me miró alarmada. Yo lloraba. Tal vez por lo mal que me sentía emocionalmente, más que por el golpe que me produjo Marco.
-¿Que te pasó?- me tomó del brazo llevándome adentro y me tomó del rostro. La lágrimas se desbordaron de inmediato en cuanto me miró- Paula, ¿Qué pasó?- negué con la cabeza y me sostuve de su brazo.
-¿Paula? ¿Qué pasó?- escuché la voz de Kamille articular la misma pregunta- ¿Fue el delincuente este idiota?- negué con la cabeza- Voy por agua- Verónica me llevó a la cocina donde Kamille me tendió el vaso. No me sentía nerviosa, me sentía dolida. Confundida. Incluso, temerosa del hombre que acababa de ver. Del hombre que yo amé convertido en un monstruo. Verónica me miró, preguntando con sus ojos.
-Terminé con Marco- me miró por unos segundos- fue horrible, Dios. Lo desconozco, Verónica- me cubrí el rostro con las manos.
-¿Te hizo algo?- moví la cabeza y ella se cubrió el rostro- ¡Gilipollas! ¡Voy a matarlo, coño!- Kamille la detuvo y me miró.
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SOÑARTE
RomanceTal vez cuestión de química o conexión. La sensación de comodidad que abraza al alma y la condena a la unidad. A la rareza. A la libertad. La rudeza y la elegancia. La fuerza y la suavidad. Una verdad escondida entre sueños y estrellas disfrazadas...