CAPÍTULO IX

5.5K 524 393
                                    

PAULA

-¿es un buen sabor?- Marco me miró y asentí limpiando mi boca. Probábamos algunos postres del banquete de la boda. Aún faltaba un tiempo considerable para que nos casáramos, pero mi trabajo ocupaba cada vez mas tiempo de mi día. Y Marco había propuesto que usáramos todo el tiempo libre que teníamos.

-Me gusta, aunque no sé si tanto para que esté en la boda- asentí y lo dejé un lado. Anoche la cena había terminado con las conversaciones de Stone y Marco acaparando la atención y haciendo que el tiempo se pasara un poco más rápido. Lo cual agradecí. Lo que le había dicho a Scarlett la había dejado un poco desconcertada, y también lo estaba yo. Lo supe por su forma de evitar un poco mi mirada y las conversaciones largas que nos incluían. La entendía. La forma en que nos habíamos dicho aquella acosa que nos preocupaba había sido bastante curiosa y con mi pareja de por medio. Con las circunstancias que nos alejaban siempre recordándonos cual era el lugar del otra.

-Por acá, ven- me tomó de la mano guiándome hasta las demás pruebas de comida. Marco aún seguía un tanto enojado conmigo por rechazarlo. No habíamos hablado más del tema, y no sabía que carajos decirle. No podía usar el "estoy cansada" para siempre. Pero tenía la cabeza tan sobrecargada de cosas que no sería una mentira. Estaba cansada, aunque no físicamente.

-¿Los futuros esposos?- una chica nos sonrió y asentimos- que bonita pareja hacen- sonreí un poco y Marco me rodeó la cintura. El problema es que estaba dejando de sentirme cómoda con la expresión "futuros esposos" y las palabras de Verónica diciendo que era para toda la vida. Yo la veía feliz, tan feliz con Kamille. Y no podía imaginarme en esa tónica, de esa manera con el hombre que me sostenía la mano. Que había sido mi compañero durante tantos años. Y que ahora yo desconocía como tal.

Terminamos de probar las cosas justo a tiempo para que regresara a mi trabajo. Me despedí de Marco y me fui a la estación. Stone firmaba algunas órdenes que no entendí. Sólo lo saludé y me fui a mi oficina. La cena que tuvimos me había desgastado, emocionalmente. De todas las maneras posibles. Aún no había afectado a mi trabajo, pero estaba segura que si no lo detenía, la bola de nieve se haría más y más enorme. Y si me afectaría. Necesitaba claridad, y tomar una decisión pronto.

-Agente Garrido- El capitán llegó a mi oficina. Sonrió y se sentó frente a mi.

-Capitán- hice una pequeña reverencia.

-¿Cómo sigue?

-Bien. Me encuentro bien, perfecta- sonreí.

-El operativo contra Davis es riesgoso, no quiero someterte a una misión en la que no podrás rendir. Has estado frente al caso la mayoría del tiempo, conoces la situación. Y confío en ti, pero debo asegurarme de que estás en tu 100% para enfrentarte a algo definitivo- asentí.

-Lo estoy. Necesito capturar a ese hijo de puta de una vez por todas- asintió- por mi honor como policía.

-Y por tu ascenso- puntualizó y sentí mi corazón subir a mi garganta. Lo miré un poco incrédula, y casi segura de haber escuchado mal.

-¿Señor?- asintió.

-Concéntrate en este operativo, y de él depende que dejes de ser agente. El siguiente escalón te está esperando, Garrido. Ve por él- se levantó de la silla y salió de la oficina. Ascender tan pronto no era mi plan, realmente no esperaba que me dijera eso. Sin embargo, estaba dispuesta y preparada para atrapar a ese delincuente. Lo haría por mi y por mi trayectoria. No podía escaparse esta vez.

***

-Hola, Pau- el auto de Verónica se detuvo frente a mi. Sonreí y me apoyé en la ventana.

-Hola Vero, ¿a donde vas?

SOÑARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora