CAPÍTULO VII

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PAULA

Cuando el sol apareció en la mañana, miré de nuevo el anillo en mi dedo sin poder creer el suceso todavía. Suspiré con tranquilidad y terminé de tomar mi jugo escuchando a Marco despertarse y entrar al baño. Me había despertado horas antes, incluso sabía que dormí muy poco, casi nada. La fiesta había terminado con la despedida de los novios y muchas felicitaciones por parte de todos, excepto Scarlett, que era otro tema y que no había visto desde su confesión. Me acomodé en la silla recordando cada palabra que dijo frente a esa fuente. Reproduciendo su respiración lenta y sus miradas profundas mientras me confesaba que yo le gustaba. No sabía como tomarlo. Incluso me parecía un broma tonta, una broma que me desestabilizaba. Una broma que me hacía pensar más de la cuenta. Una broma que me ilusionaba, y me destruía. Tal vez con la misma intensidad.

-Buenos días, mi amor- escuché la voz de Marco rompiendo mi burbuja- mi futura esposa- me besó la mejilla y sonreí.

-Hola, mi amor.

-Vendré en la noche, hoy mi turno será todo el día- buscó algunas cosas en la cocina- llegare temprano para celebrar como se debe nuestro compromiso- levantó las cejas y reí.

-Esta bien.

-¿Qué harás tú?

-Me pondré al tanto de los casos de la estación, estoy un poco perdida y quiero estar dentro de todo en cuanto regrese- asintió cerrando el refrigerador.

-Me ducharé, ¿quieres hacerlo conmigo?- se acercó a mi rostro y reí.

-Ve, que se te hará tarde- asintió besándome los labios y regresando por donde vino. Revisé mis mensajes y tenía muchos de mi familia alegrándose por mi compromiso con Marco, habían esperado tanto como yo aquel suceso. Y me alegraba que estuviesen tan felices. Busqué mucho más abajo la conversación con Scarlett que estaba en línea. El corazón me latió con demasiada fuerza y puse el teléfono boca abajo en la mesa. Volví a tomarlo. Escribiendo. Volví a dejarlo y lo apagué respirando con dificultad- Es tu amiga, Paula. Por favor- esperé un par de minutos hasta que la notificación del mensaje que ella escribía apareció iluminando la pantalla.

¿Estas libre? Te invito un café.

Miré el celular con las manos en la barbilla, sin querer contestar. Más que todo porque dudaba de lo que sería nuestra amistad después de anoche y que me comprometiera con alguien justo después de ella me confesara que yo le interesaba como mujer. Era demasiado extraño, sin embargo también entendía que no iba a huirle, que nos veríamos tarde o temprano, y que no quería hacerla sentir culpable por lo que ella había sentido. O hacer las cosas más incomodas de lo que eran.

Scarlett sintiendo algo por mi. Era irreal. Imposible.

Suspiré y tomé el teléfono respondiendo afirmativamente y levantándome de la silla, para enfrentar una conversación que me ponía demasiado nerviosa y para la cual no estaba, no estaría nunca preparada.

Cuando llegué al restaurante divisé su cabellera negra en una de las mesas y solté un suspiro caminando hasta ella. Agradecía que los padres de Verónica estuviesen de luna de miel, y que su hermana haya regresado a terminar su intercambio. La verdad, la cafetería había tomado mucho prestigio después de que Kamille viniera a buscar a Verónica aquí, y el que haya tanta gente me tranquilizaba un poco.

-Ey, Scar- levantó sus ojos hacia mi y se levantó para darme un beso en la mejilla.

-Hola, te pedí el café como sueles tomarlo- sonreí sentándome frente a ella.

-Gracias- sonrió y le hizo una seña al mesero para que trajera el café.

-¿Cómo estás?- hice una mueca sin decir nada. No sabía que decir, ni como empezar para que esto no fuese incomodo, pero lo era. Scarlett carraspeó y se apoyó en la mesa esperando que el mesero se marchara después de dejar el café. Su imagen era tensa, pero la posición era gloriosa. Scarlett era muy atractiva.

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