CAPÍTULO I

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PAULA

Salí de la piscina mientras reía y exprimí mi cabello bajo la mirada sorprendida y confundida de los invitados. Aquello había sido una locura, pero de que estaba hecha la vida sino de cosas sin sentido. No era de sorprenderme que hiciéramos este tipo de cosas en la celebración de la boda de Veromille. Era lo mínimo que esas dos podrían ofrecer: una celebración fuera de los estándares, como todo en su relación.

-Señorita- uno de los camareros me tendió una toalla y sonreí tomándola.

-Gracias- se dio la vuelta y me sequé el cabello y la ropa. Caminé hasta Verónica negando con la cabeza y suspirando. Ocultando lo mucho que me había divertido.

-Ni me digas nada porque esto es culpa de esta loca- señaló a Kamille que le besó la mejilla con cariño y sonreí.

-Ustedes dos de verdad no tienen remedio, pero fue divertido- ladee la cabeza y reí con ellas.

-Creo que es la mejor boda a la que he ido- Scarlett apareció secando el cabello también con una sonrisa. Un suspiro se me escapó ante la imagen y desvié mi mirada hacia las mesas con una sensación extrañada, pero cotidiana últimamente, invadiéndome.

-Bueno, creo que debía tener nuestro sello- Verónica continuó con la broma y la miré de nuevo encontrándome con la mirada atenta de Scarlett. Me sonreía, como siempre dulce, segura, cariñosa. Le devolví el gesto intentando ser amable.

-Bueno, aún faltan los brindis- giré la cabeza hasta la voz de Marco. Maldije al verlo caminar con dificultad, sabiendo que estaba ebrio. Caminé hasta él evitando que cayera y que hiciera un escandalo peor.

-Mi amor, creo que ya tomaste mucho- lo sostuve y rió negando con la cabeza.

-No, no. Falta el... brindis ¡Que vivan las novias!- levantó la botella que tenía en la mano y se la quité.

-Oye, no quiero escándalos aquí- Verónica se me acercó y la detuve. Mi novio no era santo de su devoción y prefería evitar. Sabía que lo había invitado por ser mi pareja y porque respetaba mis decisiones a pesar de todo. Pero siendo por ella, él no estaría aquí. Y tal vez, hubiese sido lo mejor. Amaba a Marco, pero habían conductas suyas que no aprobaba y no me gustaban para nada.

-Vamos, Verónica. Por los años de amistad, y por los golpes que me has dado. ¡Salud por tu boda, por tu novia!

-Marco, no me hagas darte más. Contrólate- lo señaló evitando enojarse con él.

-Vámonos ya- pasé sus brazos por mis hombros.

-No quiero irme- se soltó de mi agarre empujándome un poco.

-Oye, oye no la lastimes- Scarlett corrió hasta la escena y miró mal a Marco pero la detuve sosteniendo mi mano en el aire. Negué con la cabeza- Paula...- sus ojos negros me recorrieron sin entender nada, pero respetando el espacio que le pedía.

-Yo me ocupo de esto- lo miró con desagrado y me miró a mi suspirando un poco, pero se dio la vuelta caminando hasta donde estaba Kamille con Jérémie, ambos rodeados de una toalla blanca y una expresión de incertidumbre- Lo siento, Vero- me miró mal.

-¿Hasta cuando?- lo señaló- Pau...

-Por favor, Verónica- le besé la mejilla y bufó. Me despedí con la mano de Kamille y Jérémie, sacando a Marco del lugar y metiéndolo al auto. Maldije por lo bajo mientras conducía y negaba con la cabeza. Sentí ganas de llorar y miré a mi novio en el asiento de al lado, dormido ya. Me molestaba mucho su actitud el día de hoy, me había prometido hacer un esfuerzo pero todas sus promesas tienden a llegar al mismo lugar: la basura. Cuando llegamos al departamento lo bajé con un poco de esfuerzo y lo metí al departamento lanzándolo al sofá.

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