K.I.B.U.

Tres

-¿Dónde está el doctor Lamar?

Fue lo primero que dije cuando desperté, incluso antes de tener un visión clara de donde estaba. La habitación azul se ha transformado en verde esperanza y da vueltas alrededor de mi cabeza. Tengo la sensación de volar a través de ella sumergido en un dulce sopor que me transporta, y pienso que estoy flotando en la inmensidad de un mar sosegado. Seguramente es el efecto de la droga que me inyectaron.

-¿Dónde está el doctor Lamar?

Pero es inútil, no hay nadie, ni siquiera la voz de mi supuesto padre. Mis sentimientos se confundían cada vez más y se apoderaban de mis pensamientos. Tenía que resistirme a sentir, pues sentir era la muerte. Si quería sobrevivir, aunque fuera en este supuesto mundo onírico, tenía que ser inflexible, rudo, arcaico, pendenciero, bruto, salvaje... es decir, comportarme como un hombre al fin y al cabo.

-Es su turno de descanso.

Me sorprendió una voz diferente a la de mi papá. La habitación toma el color del horizonte al amanecer. No sé si prefería que no hubiera voces.

-Cálmese, León. No pasa nada. Contrólese.

Iba perdiendo la noción del tiempo y el espacio, mientras la voz se adentraba en mi cuerpo y me hacía preguntas que no podía negarme a responder. No entendía las preguntas, pero no podía evitar responder. Todo se hizo lejano y fui perdiendo la conciencia lentamente, hasta que perdí toda conexión conmigo mismo.