Las suaves telas se fundían con mi cuerpo. El dolor de cuerpo desaparecía y mi mente no dejaba de recordar la absurda discusión. Que tonto.
— ¿Puedes parar tu cuerpo de ahí? ¡Llevas doce horas durmiendo! Jace exige una disculpa y yo también.
— Déjame en paz, Alaia. — propuse.
— Lo haré cuando te levantes y te duches. ¡Apestas! Y Aaiden lleva una hora esperándote afuera.
Caí al suelo con las sábanas enredadas al escuchar semejante información. Alaia se echó a reír como si presenciara el mejor show de comedia. Yo la miraba confundida.
— Alguien está un poquito colada, ¿no? — una sonrisa se escapó de sus labios. No tardó en desaparecer cuando le estampé una almohada en el rostro.
— La única colada eres tú. ¿Te crees que soy tan imbécil para no darme cuenta que sales a hurtadillas por las noches?
Se le fue la luz.
Sus ojos se abrieron como si fuesen dos peces ahogándose y casi empezó a hiperventilar.
— Te lo contaré. Pero, te lo ruego, te lo suplico, no le vayas a contar a mamá.
Asentí confundida, preguntándome que sería capaz de ponerla en tal estado. Aunque la preocupación no tardó en colarse por mi cabeza.
— Solo... necesito tiempo.
Alaia se acercó a mi y pasó sus brazos por mi cintura. Le devolví el abrazo sin entender ni un pelo la situación. Sin embargo, me permití disfrutar lo dulce de su fragancia a la vez que ella se iba calmando poco a poco.
· • —– ٠ ✤ ٠ —– • ·
Fingí leer mientras observaba a los chicos jugar en la piscina. Las vistas eran apreciables.
Maia descansaba las piernas en los hombros de Dalton muy a gusto a decir verdad. Por otro lado, Nashla se preparaba en los hombros de Jace, dispuestos a tumbar a la pareja ya mencionada.
Solo de pensar en Jace recuerdo la bochornosa escena de ayer. ¿A quién engaño? Fue súper divertido ver su pantalón y zapatos lleno de vómito, a eso súmenle su cara hecha un cuadro.
Al ver cómo Aaiden se acercaba a mi con un aire pensativo y no sé si arrepentido, solté el libro y salté hacia el agua sin pensarlo. Me sumergí hasta tocar el blanco piso de la piscina y decidí gastarle una pequeña broma a Dalton: mordí su pierna por debajo del agua escuchando su ruidoso traspié con mi hermana encima.
Las risas retumbaron en el lugar seguido de una pequeña guerrilla de agua. Solo paró cuando Charlie soltó un:
— ¿Y si jugamos al yo nunca nunca?
«────── « ⋅ʚ♡ɞ⋅ » ──────»
Era una pésima idea.
Lo presentía. Siempre que se jugaban juegos de ese tipo los trapitos salían expuestos. Además, era un completo cliché. Esos dos días lo habían sido. Conocí a un estúpido rubio que no había hecho nada más que molestar, fui a una fiesta cliché en la que terminé peleándome con él, y ahora jugaba yo nunca nunca con él al frente.
Y apenas iniciaban las vacaciones.
— Yo nunca nunca le he dado un número falso a alguien — dijo Jace.
Todos bebimos.
— Mi turno — Maia me observó con complicidad y siguió: — yo nunca nunca me he cortado el pelo y luego me he arrepentido.
Fui la única quien bebió recordando el año anterior donde mi rojo cabello me llegaba a los omoplatos. Que horror.
— Mi turno — dije —. Yo nunca nunca he enviado un mensaje spicy por equivocación a alguien de este grupo.
Maia toció con todas sus fuerzas a la vez que Dalton le daba prqueñas palmadas en la espalda. Todos rieron con ganas recordando aquella vez que Maia le envió ese mensaje por equivocación a Charlie.
— Yo nunca nunca he hecho un trío.
La pregunta de Dalton nos detuvo la risa de sopetón. Charlie, Nashla, Jace y Alaia bebieron, algo sonrojados los no tan santos. Los demás los miramos perplejos. O más bien, miramos perplejos a Alaia.
— No es para tanto — murmuró con las orejas a punto de estallar.
Las risas se hicieron presente. Miré con disimulo a Aaiden, quien reía haciendo notar unos ligeros hoyuelos en sus ahora sonrosadas mejillas. Caí en cuenta que no había bebido.
— Yo nunca nunca he mentido jugando al yo nunca nunca — solté mirándolo directamente a él.
No me sorprendió que él, al igual que los demás, bebieran de su trago.
— Malditos mentirosos — espeté.
Me levanté del suelo y empujé a los que estaban al borde de la piscina al agua. Se fueron tres, mis dos hermanas y Dalton. Quedaban cuatro: empujé con fuerzas a Nashla quien se llevó con sigo a Charlie en medio de risas y quejidos. Jace corrió y se entró al agua antes de que yo lo atrapara.
Bien.
Solo me quedaba alguien:
Lo señalé con el dedo mientras él sonreía divertido.
— ¿No vendrás por mi, Rapunzel?
Fruncí el ceño procesando su apodo. Un proceso que no duró mucho: sus brazos se enredaron a mi cintura y un segundo después me encontraba luchando por salir a la superficie. Me apoyé de sus hombros hundiéndole en el proceso.
Con desespero quité mi cabello de mi cara logrando ver con claridad. De que valía:
— ¡A ella! — gritaron todos abalanzándose sobre mí.
No tengo idea de cómo pasó, solo sé que terminé corriendo en bikini por el lobby con un montón de chicos y una enojada Maia con un labio roto gritando tras de mi que se las iba a pagar.
꒱࿐♡ ˚.*ೃ
— Es que está enorme. Míralo, Sebastián, ¿no está guapísimo?
Mi madre seguía apretando las mejillas de un incómodo Aaiden mientras mi padre asentía.
— Está muy guapo, Lydia, pero si sigues así tendremos un accidente, por Dios, mujer.
Mi madre se irguió en su asiento sonriendo. Observé el camino que dejábamos atrás recordando aquellos días en el hotel. Había sido todo muy divertido.
— ¡Laia! — gritaron todos al unísono.
Quité mis auriculares y me atreví a preguntar el motivo de mi nombre a gritos.
— Tú le mostrarás la casa a Aaiden.
Reí a grandes carcajadas pero sin una pizca de gracia.
— ¿Quién ha dicho eso? — inquirí.
— Todos nosotros en una votación— Maia señaló al grupo completo y finalizó: — le muestras la casa, su habitación y luego se van juntos a la fiesta de Eros.
— ¿Y por qué no estuve yo presente en esa votación? — gruñí.
— Olvídenlo chicos, entiendo que Rapunzel esté muy ocupada para mostrarme la casa.
Sentí mis mejillas arder escuchando las risas de todos los presentes. ¡Hasta mis padres rieron! Menudo imbécil. Miré a mamá pidiendo ayuda y lo único que recibí fue un guiño de su parte.
Cuatro horas después me encontré con la puerta de mi casa, cuatro maletas y con un típico estereotipo de película norteamericana.
꒰ ͜͡➸
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Mi cliché de verano.
Dla nastolatkówY todo empezó como un santo cliché. La vida de Laia era sencillamente ordinaria. Nada fuera de la rutina que ella conocía solía suceder. Hasta que un día su madre les confesó una horrenda noticia: uno de los hijos de su mejor amiga se mudaría en su...