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Continuación...
— ¿Te perdiste?
Negué con la cabeza.
Aaiden frunció el ceño.
— ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?
Me forcé a hablar y a contestar una mentira rápida.
— Sí. Es solo que tantas paradas ya me tienen un poco cansada.
Asintió con la cabeza y pasó un mechón de mi cabello tras mi oreja. Aunque no se veía totalmente convencido, exclamó:
— Sí es así, no te caería mal ir al parque victoriano que rodea el castillo.
Al escuchar la palabra "victoriano" mis sentidos se pusieron en alerta. Porque sin duda, ese era un estilo que amaba.
— Para nada.
Mi media sonrisa lo hizo guiarme hasta reencontrarnos con sus amigos. Evité la mirada de las chicas y solo me esforcé en seguirle el paso al rubio hasta llegar al pintoresco lugar mencionado.
El lujoso parque se extendía por varias hectáreas de una forma llamativa y cautivadora. Pero no más que el lago que se encontraba a unos cuanto metros junto a la cantidad colorida de flores y sus diseños que parecían formar estrellas.
La vasta vegetación, las flores brillantes y el pintoresco lago hicieron que la calma me atrapara. Aún así, no quería seguir con esas personas y peor aún, no quería seguir soportando las ideas negativas que brotaban de mi cabeza.
Las dudas se acoplaban en mi mente, las consecuencias negativas no querían darme un respiro y la inmensa sensación de haber sido engañada me abrazaba de una forma que no creí capaz. Quizás estaba exagerando, empero, el momento en el que nos tuviéramos que separar no paraba de reproducirse en mi mente como un mal chiste.
— ¿Qué opinas tú, Laia?
— ¿Disculpa?
La risa de Steven me hizo sonrojar. Debía parecer un tonta.
— Preguntaba tu opinión sobre ir por algo de comer.
Suspiré.
— No lo sé. No tengo apetito ahora.
Y no mentía. El mal sabor de boca me hacía sentir con el estómago cerrado. ¿Qué era esto? ¿Celos? Quizás. ¿Baja autoestima? Probable. ¿Miedo? Sin duda.
— Daré una vuelta.
Aaiden asintió ante mis palabras.
A paso veloz me alejé mirando todo lo que el parque ofrecía. Sin tomarle mucha atención al tiempo, pasó una hora en la que deambulé más absorta en mis pensamientos que en las mismas flores. Solo me di cuenta del tiempo cuando el grupo se dirigió hacia mi. Se estaban despidiendo.
— Fue un placer volver a encontrarnos contigo, preciosa Laia.
¿Acaso Steven siempre era de esa forma?
Sonreí en respuesta.
— No quiero partirte la cara, Steven. ¿Podrías dejar el coqueteo indirecto?
Si mi mente no estuviera enfocada en otro recuerdo, me hubiese reído de la absurda pelea que Aaiden, Steven y Clark formaron ante mi. Era obvio que solo bromeaban. Eran divertidos.
Al cabo de un pequeño rato se alejaron. Dejándome a solas con Aaiden. Sentía que el santo se me iba al cielo cuando tomó mi mano y besó el dorso. Quise gritarle. Me tragué mis palabras.
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Mi cliché de verano.
Novela JuvenilY todo empezó como un santo cliché. La vida de Laia era sencillamente ordinaria. Nada fuera de la rutina que ella conocía solía suceder. Hasta que un día su madre les confesó una horrenda noticia: uno de los hijos de su mejor amiga se mudaría en su...