Cap. 20: el final de un inicio, parte II.

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         ‿︵‿︵ʚ˚̣̣̣͙ɞ・🚍Día nueve🚍・ ʚ˚̣̣̣͙ɞ‿︵‿︵

Ese día me atreví a pedirle el Mercedes a papá. Sabía que aún seguía enojado por mi última experiencia en el, fue un accidente de borrachera. Para mi suerte, había aceptado. Así mi plan podía llevarse a cabo.

Guardé todo lo necesario en una bolsa, me vestí de verde, hice una trenza a mi cabello y fui directo a la habitación de Aaiden.

— ¿Estás listo?

Pregunté.

Él se encontraba recostado en la cama. Al verme sonrió. Sabía que le había llegado. Se levantó de la cama y me besó. Fue un beso fugaz, pero que fue capaz de encender esa chispa que sentía cada vez que él estaba a mi lado y que creía que ya a esa altura de juego era imposible que se apagase.

— Es el vestido de mi imaginación — musitó, mordiendo mi labio inferior.

Suspiré.

— Lo sé — sonreímos.

Al salir de casa el camino fue corto. Había planeado visitar un parque apartado en el que pudiéramos dibujar y pintar sin interrupciones. Así lo hicimos. Nos tendimos en el suelo bajo una manta y ordenamos todos los materiales.

Le pedí que me sacara una foto de espaldas. Al parecer no entendió, aún así me hizo caso. Le dije que era trampa si intentaba ver, aceptó esa condición.

Tras un par de horas entre risas y pinturas, creía que había terminado. El cuadro había quedado mejor de lo que imaginaba. Me dibujé a mi misma gracias a la foto que él me había sacado.

— ¿Estás lista para ver mi obra maestra?

Contuve una risa, asintiendo.

Tras tres segundos, giramos nuestros cuadros.

Mi sorpresa fue evidente al reconocer su cuadro. Eran sus ojos. Había dibujo sus ojos. Mi sorpresa aumentó aún más cuando detallé cada uno de los rasgos perfectamente dibujados, como si no fuera la primera vez que alzaba un pincel.

— Es hermoso — dije.

— Pero no más que el tuyo. ¿Intercambiamos ya?

Moví la cabeza en afirmación.

Él se quedaría con mi retrato de espaldas, mientras yo siempre tendría aquella mirada azul plasmada en ese cuadro.

     ‿︵‿︵ʚ˚̣̣̣͙ɞ・🚍Día diez🚍・ ʚ˚̣̣̣͙ɞ‿︵‿︵

El día siguiente me desperté viendo el cuadro frente a mi. Era hermoso. Sin embargo, el cuadro no fue capaz de quitarme el peso de la despedida que sentía encima. Estaba triste. No quería salir. Incluso sentía que no deseaba ver a nadie. Era egoísta, pero eran mis sentimientos.

La mañana empeoró cuando leí ese mensaje. Eran unas disculpas. Unas disculpas de Nashla. En el mensaje me pedía si podíamos reunirnos en mi casa, que se arrepentía y no sé qué más.

Esa mañana lloré. Y no solo por el mensaje. Descargué toda la negatividad que me abrumaba en ese llanto.

— Cariño...

Lloré aún más cuando Aaiden entró junto a mis hermanas. Les mostré el mensaje. Para mi asombro, ellos sonrieron. Fue como si los tres se hubieran conectado en una mirada malévola que expresaba todo lo que pasaba por sus retorcidas mentes.

— Entonces. ¿De qué color compro la pintura?

La pregunta de Aaiden me desconcertó.

La repuesta de Alaia me anonó aún más.

Mi cliché de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora