POV: Aaiden
Lydia y Sebastian nos dejaron en la misma puerta de su casa alegando que en menos de dos horas ya nos recogerían. Aunque no lo admitiera, me molestaba en sobremanera tener que permanecer allí. No es que ellos no me agradaran, el problema estaba en que mis hermanos estaban con mis abuelos, los mismos abuelos que no me abrirían las puertas de su casa hasta que aceptase sus putas condiciones.
— Pues, bienvenido a casa — soltó la pelirroja.
Me mordí el labio inferior analizando la gran casa y asintiendo. Tenía bonita y extraña arquitectura.
— ¿Por qué haces eso? — volví mi vista hacia ella frunciendo el ceño, ella continuó: — asentir como si estuvieras analizando cada detalle.
— Es que eso hago. Analizo cada uno de los objetos que tengo a la vista — contesté.
— Créeme, ni aunque quisieras podrías nombrar todo lo que está aquí. Fuimos un poco excéntricos a la hora de la decoración.
Sonreí tomándolo como un reto. Sería más que capaz de nombrar todo aquello. Miré hacia la entrada y observé las plantas que estaban allí:
— Puerta de roble. Y las plantas... ¿Topiarios y cactus en la entrada? Ya entiendo lo excéntrico.
Ella abrió los ojos sorprendida, sonrió con malicia y abrió la puerta principal entrándome a la sala de estar.
— Habla — sentenció.
Observé la sala con lujo de detalles y me gustó lo extraña que era:
— A mi izquierda tengo un sofá largo blanco junto a un tablero de ajedrez y una puerta que imagino dará a la cocina. Un librero elegante. A mi derecha un extraño juego de mesa con arañas moderno. Ah, y el suelo es rústico de piedra.
Ella me miró embobada y señaló una puerta a mi derecha. Tan solo entrar me toqué con la peor pesadilla.
— Es que no me la trago... ¿Por qué la tina, el lavamanos, la regadera y el retrete son de color rosa?
Una suave risa inundó la habitación al escuchar mi tono. Era en serio. ¿Iba a cagar en rosa?
— No me sorprendería que la idea fuera tuya, Rapunzel.
— Para de llamarme así.
— Es que me encanta como usas la sartén.
Ambos reímos sin despegarnos la mirada.
Observé la extraña decoración del baño: unas cajas de pizza al lado de la tina, cuadros de gatos, y una puerta de cristal que daba a la regadera y otro retrete.
— Las cajas de pizza solo son decoración — aclaró al ver mi rostro contraído —. ¿Y de qué es el suelo, Aaiden?
Bajé la vista y contesté:
— Moqueta marrón vieja.
— ¿Cómo sabes tanto de arquitectura y diseño de interiores?
— Televisión, supongo — mentí.
Salimos del baño y nos dirigimos al jardín por medio de una de las puertas de la sala.
ESTÁS LEYENDO
Mi cliché de verano.
أدب المراهقينY todo empezó como un santo cliché. La vida de Laia era sencillamente ordinaria. Nada fuera de la rutina que ella conocía solía suceder. Hasta que un día su madre les confesó una horrenda noticia: uno de los hijos de su mejor amiga se mudaría en su...