Capítulo 15

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Hace 6 años

Isaac

Me acaba de romper el corazón.

Me acaba de dejar.

Lo único que dejo fue un puto mensaje diciendo que terminamos, que había acabado.

Una vez aterricé en Londres fui directo a su casa y que me explicará que mierda significaba eso.

No estaba.

Harry e Ian solo dijeron que se fue y no quisieron decirme a donde, sé que eso fue obra de Helena, decirles que no me dijeran, pero duele como una mierda y estoy desesperado.

¿De qué me sirve haber firmado como titular con el club London Knights FC sino voy a disfrutarlo con la mujer que amo?

Respiro profundamente cuando ya no queda nada que romper.

He puesto la habitación al revés y roto cualquier cosa que no sirva.

—¿Isaac?

La voz que me llama me resulta familiar, no estoy en mis cinco sentidos como para poder saber con certeza quien es.

Ignoro, quien sea la persona que está del otro lado de la puerta y cierro mis ojos sosteniendo la caja de terciopelo en mi mano.

—Se que estás adentro.

Me obligo a abrir los ojos, pero vuelvo a cerrarlos cuando miro como quedo mi habitación. Una jodida mierda.

Giro la caja pequeña y me permito sacar todo lo que tengo dentro.

Me toma unos segundos abrir mis ojos y adaptarme a mi habitación destrozada.

Abro la pequeña caja y admiro el anillo de compromiso que yace dentro.

No es extravagante.

Es delicado, fino y elegante.

Es un anillo con una banda delgada de oro amarillo y una única piedra en el centro. Un diamante redondo.

Se que Helena no suele usar anillos, collares o pulseras, suele verlas de manera molesta a menos que sean delgadas y nada estorbosas, es así como compartimos una pulsera similar.

Me levanto, pero me tambaleo de inmediato y me dejo caer sobre el borde de la cama, hay restos de la habitación a mi alrededor. No entiendo porque se ha ido, porque me ha dejado. Antes de irme todo estaba bien, no hubo ningún indicio de que algo estuviera mal.

No suelo pasar por alto algo que a Helena no le guste. En mi mente se sigue produciendo cada palabra que ella ha dicho. Cada recuerdo duele como un martillazo en mi pecho.

—Esto no está funcionando... necesito salir de aquí —susurro para mí mismo.

Mi respiración se vuelve cada vez más rápida y superficial, como si no pudiera llenar mis pulmones. Puedo sentir como se mezcla mi sudor frío de la frente con las lágrimas que deje derramar.

Mis manos comienzan por temblar incontrolablemente y trato de aferrarme a algo, cualquier cosa, para anclarme a la realidad.

Todo está destrozado, no hay nada.

Aprieto mis manos y siento la pequeña caja de terciopelo en mi mano, la caja que contiene el anillo de compromiso que le iba a dar a Helena. Ahora, el anillo era solo un recordatorio doloroso de todo lo que había perdido. Un nudo doloroso se instala en mi garganta, impidiéndome respirar con normalidad. Mi corazón late a un ritmo frenético, como si quisiera escapar de mi pecho.

—A la mierda esto, Isaac. Voy a entrar.

La puerta se abre de golpe y entrecierro los ojos al ver a Joe del otro lado, la luz me lastima y regreso la mirada a la sabana.

—¡Mierda! —murmura y se apresura.

Se arrodilla junto a mi poniendo una mano firme, pero reconfortante en mi hombro, es como Joe se siente.

—Isaac, mírame. Joder, estás teniendo un ataque de pánico.

Trato de hablar, pero no puedo.

—Respira conmigo. Inhala... exhala...

Intento seguir el ritmo de Joe, pero cada respiración parece una batalla imposible. Mi visión se oscurece más y siento como si estuviera a punto de desmayarme.

—Isaac, estás conmigo. No estás solo. Vuelve a intentar respirar conmigo.

—No puedo —aprieto los puños.

A la mierda todo. Joe sigue insistiendo hasta que poco a poco encuentro el atisbo de contó en mi respiración, sigo temblando, pero Joe sigue hablando de algo que no oigo, porque mis oídos solo escuchan un sonido, un pequeño y largo:

Bip.

—Respira, Isaac...

No se juntó tiempo pasa hasta que mi respiración se vuelve regular, solo sé que se sintieron como horas. El dolor sigue dentro y arde en mi pecho.

Suelto la caja de terciopelo y Joe me atrae a sus brazos, Joe puede ser más grande que yo solo por días, pero joder siempre ha sido protector y no importa que pase, hablar con él se siente como si fuera un refugio.

—Gracias.

Joe me abraza con fuerza, sin decir nada, pero su presencia lo dice todo. Sabía que, aunque el dolor no desaparecería de inmediato, no tendría que enfrentarlo solo.

Agradezco de tener a Joe como hermano. 

El karma de Isaac (E.C #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora